Kyungsoo

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Antes de leer quiero aclarar que en esta historia kyung puede tener hijos, así , que tiene ovulos .

Ahora sí a leer.
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Hoy ha sucedido algo inesperado.

Era una día claro y frío de otoño y, como es habitual durante el descanso para la comida he ido paseando hasta la tumba. El Propietario Forestal estaba sentado en el banco; me ha mirado con el ceño fruncido, como si acabará de invadirle su cementerio privado. Tenía las manos llenas de tierra, seguramente era el día de jugar al jardinero; me preguntó por qué solo tiene tres dedos.

Me he sentado en el banco y he empezado a pensar en cuantos hijos hubiéramos tenido Sehun y yo. Él se habría acogido a la parte del paternidad que le correspondía y se habría convertido en un experto en pañales de algodón y cochecitos prácticos. Habría llevado al bebé a clases de natación. Estuvimos cinco años casados y apenas discutimos en todo ese tiempo. Había uno que otro comentario sarcástico o algún bufido de enfado. Siempre por mi parte, pero nunca llegó a más.

No gracias a mi. Sehun jamás discutía con nadie. Explicaba su punto de vista una y otra vez hasta que te veías obligado a ceder por simple agotamiento.

Al principio estaba enamorado de el. Le escribía cartas de amor que le hacían sonreír. Me colgaba en frágiles ramas de árboles para fotografiar nidos de aves para el y me sumergia en agua para dejar que las sanguijuelas se pegaran a mis piernas porque el las necesitaba para su investigación. A lo mejor es porque era muy atractivo. Cálido, piel blanca; alto, buen cuerpo, manos encantadoras y fuertes siempre ocupadas en algo. Me gustaba ver a otros hombres y hasta mujeres lanzándole miradas y luego tragar saliva, pasmados al ver mi descolorida figura a su lado. No tengo ni idea de como lo enamore.

Los hombres guapos no suelen interesarse por mi más de lo que se interesarían por el papel pintado que han seleccionado para comprar. Pero en cuanto a Sehun me tuvo en su punto de mira -yo trabajaba entonces en el mostrador de información de la biblioteca y le ayudaba con las publicaciones de zoología en ingles- decidió, al parecer, que yo era su otra mitad, el único que le brindaría sus favores a partir de aquel momento. Al principio tuve la impresión de estar sometido a un examen constante, a una especie de test del consumidor que abarcaba todos los aspectos de la vida. En el bosque, en la cama, en el cine, en la charla en el café , después de ir al cine. Hilvanabamos nuestras opiniones como dos agujas de tejer y observábamos felizmente como el tejido iba avanzando.

Entonces nos casamos y recobramos el aliento. Examen superado con éxito, ha llegado el momento de iniciar la siguiente fase.

Justo cuando empezamos a intercambiar sonrisas, va y se muere. Fue atropellado por un camión a primera hora de la mañana, cuando iba en la bicicleta a observar la ceremonia de apareamiento de los urogallos. Iba escuchando cantos de pájaros en su reproductor  así que ó bien no oyó que se acercaba el camión y giro de repente por delante del mismo, o el conductor se durmió al volante.

Esta sobria lapida que tengo delante de mi es todo lo que me queda de él. Saco del bolso mi cuaderno de notas. Es un cuadernillo pequeño de color azul y tapas duras, con un barco velero también azul dibujado en la portada y escribo:

   <<Naturalmente, los bordes de la herida luchan por cerrarse y el reloj quiere seguir funcionando >>

La verdad es que no me parece que lo que esté haciendo en mi cuaderno sea crear poesía. Simplemente intento capturar la existencia en imágenes. Lo hago muchos días, igual que otra gente escribe listas de cosas que hacer para imponer cierto orden en su vida diaria. Nunca lo leerá nadie...; tampoco le explico a nadie mis sueños, cada quien tiene lo suyo.

El Propietario Forestal me observa de reojo. Mírame si te apetece, pensé, y me da lo mismo que pienses que soy el típico amo de casa organizado escribiendo la lista de las compras.

Justo en el momento en que desenroscaba el tapón de mi pluma, apareció una mujer con una niña de tres o cuatro años a su lado. Se dirigieron a la tumba del otro lado de la del Propietario Forestal. La niña tenía una pequeña regadera de color rosa que parecía recién comprada y la sujetaba como si llevara en la mano joyas. La madre empezó a ordenar jarrones y ramos de flores, mientras la pequeña daba vueltas en la tumba echando chorritos de agua con su regadera. De repente se llevó la mano a la boca.
  -!Oh, mamá¡ ! He mojado las letras¡ ahora el abuelo se enojara mucho, ¿no crees?-
Note que las comisuras de mi boca se torcían y le lance una mirada al Propietario Forestal. Y, en aquel mismo instante, el me miró.

No hay forma de describir aquella sonrisa sin recurrir al mundo maravilloso de las letras de las canciones románticas antiguas.
Estaba llena de sol, de fresas salvajes, de pájaros cantando y de aguas cristalinas. Y se dirigía a mi, confiado y orgulloso como un niño ofreciéndome un regalo de cumpleaños arrugado. Y entre nosotros se creó un arco de luz, lo juro!!... Pasaron tres  horas, o tal vez tres segundos.

Entonces, simultáneamente, volvimos la cabeza hacia enfrente, como si una misma cuerda estuviera tirando de los dos. El sol se ocultó detrás de las nubes y continué allí sentado, repitiendo mentalmente y a cámara lenta su sonrisa.

Si Baekhyun, mi mejor amigo y seguramente único amigo, me hubiese contado detalles sobre una sonrisa como la que el Propietario Forestal y yo acabamos de intercambiar, habría pensado que era una muestra de amor.

Naturalmente, se que entre una pareja operan fuerzas muy potentes. Que el óvulo chapotea por ahí porque desea ser fertilizado por el espermatozoide más adecuado. En mi interior los óvulos empezaron a saltar y a salpicar, a dar saltos mortales y a enviar frenéticamente señales "¡por ahi!" "¡por ahí!".

Volví la cabeza en dirección contraria al Propietario Forestal, pero no puede evitar mirar de reojo la mano que tenía sobre el banco. Jugueteaba con un llavero entre sus dos dedos y el pulgar. Allí donde deberían haber estado los dedos anular y meñique no había más que unos suaves nudillos. Tenía las manos manchadas de tierra, y quizás también de aceite, y las venas le sobresalían en el dorso de las manos. Sentí el deseo de oler aquellas manos y acariciar con los labios los nudillos vacíos.
¡Dios mío, tengo que largarme de aquí! ¿Es eso lo que sucede a un hombre adulto que lleva una temporada sin convivir con un hombre?.

De modo que me levanté, cogí mi bolsa con mis manos frías y salí corriendo a la salida.

De modo que me levanté, cogí mi bolsa con mis manos frías y salí corriendo a la salida

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El tipo de la tumba de al lado (kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora