Alguien como tú

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No te rindas por un día nublado, siempre puedes salir a disfrutar ver caer las gotas suavemente por tu rostro, y si no es así, después de la tormenta esta a la espera un sol radiante esperando iluminarte

💦

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Mis lagrimas cayeron lentamente por mi rostro, no pude evitar soltar un sollozo. Aun no podía creerlo, estaba tan herida que me sorprendí el hecho de soportar el llanto todo ese tiempo. Mordí mi labio inferior para luego ocultar mi rostro entre en mis piernas ¿Por qué? ¿Por qué nuestros seres queridos nos lastiman? Se supone que nos aman ¿No? ¿Entonces porque nos lastiman tanto?

Estaba demasiado triste, lo peor de todo era que Naya estaba de viaje y no saben cuánto necesitaba un abrazo de mi mejor amiga.

Perdí la cuenta del tiempo en el que estuve allí. Levante mi rostro aun con mis manos cubriéndolo, el nudo en la garganta no cesaba y el hecho de estar enferma no ayudaba para nada. Mis ojos pesaban horriblemente, sin mencionar lo adormecidas que estaban mis piernas por estar tanto tiempo apoyadas en el escalón de la parte trasera del baño de la escuela.

De pronto sentí los pasos de alguien, levanté la mirada y comencé a buscar un lugar para esconderme pero solo había un pequeño bote de basura que a duras penas podría cubrir mis pies. Comencé a limpiar mi rostro rápidamente hasta que pude ver dos figuras, una femenina y otra masculina. Supe quienes eran al instante.

Daniel y Priscila.

¿Qué hacían ellos aquí? La respuesta vino a mí rápidamente, aquí vienen la mayoría de las parejas para declararse o los novios, a besarse. Eso partió mi corazón en millones de pedazos, si es que no se hubiera roto demasiado ya.

Al parecer aun no me habían visto, ella venía hablando muy felizmente mientras él, la escuchaba sonriendo. Con esa hermosa sonrisa que siempre anhele ser la causante. De pronto él dejo de mirarla y poso sus ojos en mi, me miro con sorpresa como si no esperase verme allí, ella en cambio hizo lo mismo pero frunciendo el ceño.

Tenía que irme de allí.

Alcance mi mochila rápidamente con el brazo izquierdo pero cuanto estuve dispuesta a pararme, sentí mi cuerpo tambalearse. Por suerte pude apoyarme de la pared evitando mi caída y odie infinitamente la debilidad de mis piernas ¿Justo ahora tenían que estar adormecidas?

- ¡Beth! -Escuché pronunciar mi nombre en sus labios y no alcancé a responder cuando sentí su brazo tomar el mío. Lo mire por unos segundos perdiéndome en esos ojos hanzel avellana que, admito, en ocasiones me hipnotizaron tontamente. Podrá no ser él mas guapo de la escuela pero para mi es el chico perfecto. Con esa sonrisa que provoca mil emociones tontas en la boca de mi estómago; esos ojos que con tan solo pestañear una ola enorme se forma en el mar y con mil pestañeadas provoque un tsunami en mi corazón. Esta bien... eso fue demasiado cursi y meloso pero es totalmente cierto.

- ¿Estas bien? -volvió a hablar haciéndome volver a la realidad. Baje la mirada avergonzada por mirarlo como idiota.

Seguro pensara que soy una tonta.

Lo mire de reojo. Él comenzó a observar más lentamente mi rostro, sus ojos pasaron de mi barbilla a mis mejillas y de mis mejillas a mis labios para luego subir a mis ojos mirándolos detenidamente. Parecía querer descubrir algo.

Pude ver en sus ojos cierto brillo de... ¿preocupación?

Escuché un carraspeo forzoso que hizo que el volteara «aunque no fue necesario ver» Sabia de quien provenía.

Un escrito del corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora