TREINTA Y NUEVE.

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Las horas pasaban mientras Cupido esperaba en el altar a la que se iba a llamar su futura esposa, en este instante sabía que podía llegar a arrepentirse pero su flecha parecía empujarlo hacer las cosas, cada dios se acomodaba muy cerca al altar del templo mientras que Zeus estaba en la cima de este, Cupido sentía que estaba pasando eternidades y nada andaba, que el tiempo se había suspendido por un instante, el sudor empezó a recorrer su cuerpo desnudo y notó como si el blanco de sus alas se hubiera desvanecido junto con su felicidad, su cuerpo parecía no responderle y sentía ganas de correr, él quería pensar que esto era tan solo un sueño.

Minutos después que parecieran horas, la madre de Cupido entro al templo con un sonrisa que achicaba sus ojos azules, pero Cupido pudo percibir aún la tristeza en aquella sonrisa, Venus le dio una mirada a su hijo que parecía muy nervioso, cuando las miradas de los dos seres inmortales chocaron, por el cuerpo de Cupido paso un escalofrió que pareció despertarlo a la realidad, él sentía que su madre estaba planeando algo pero aún no sabía que era, él podía percibir que aquello tristeza y remordimiento no era por lo que estaba pasando, por aquella ceremonia, él sabía que era algo diferente.


Lisa sintió un vacío penetrante en su estomago después de pasar aquel portal, sintió ganas de vomitar y mareo, se recostó en una pared fría mientras que su cuerpo se componía, respiraba dificultosamente como si cada parte de si estuviera tratando de ahogarla, trato de respirar de la mejor manera que pudo mientras siguió caminando, no sabia exactamente a donde dirigirse pero sus pies parecían conocer el camino de memoria a donde debía llegar.


Venus se sentó en la parte más cercana a su hijo, mientras este movía sus alas

-Oye tranquilízate-Su madre llamo su atención y el sonrió nervioso tratando de mantener sus alas inquietas pegadas a su cuerpo, pero ellas parecían moverse por si solas

-No soy capaz-Dijo casi en un susurro inaudible

-Solo respira, esto pasará más rápido de lo que crees-Él sabía que esto no iba a terminar, él no volvería a ser feliz, no cuando su pequeña no era la que iba a entrar a aquel templo

Mientras trataba de mantenerse tranquilo se dio cuenta que su padre se asomo al templo tomado de la mano de una rubia que traía consigo un largo vestido dorado, decorado con las piedras mas preciosas encontradas por todo el Olympo, su cabello estaba suelto decorando con un algunas flores, Cupido no se sentía capaz de controlarse, y menos que sabía que la mujer con la que se iba a casar estaba a unos cuantos metros de él, Psique estaba hermosa, brillaba más que el propio oro, pero él no era capaz de sentir absolutamente nada.


Lisa seguía caminando admirando cada cosa del Olympo con sus ojos bien abiertos, cada cosa era perfecta y se imagino viviendo ahí con Cupido en un futuro, sonrio frustrada y después pensó que lo mejor era sacar esas ideas de su cabeza, ella sabía que aún no tenía nada seguro, aunque aún tenía la esperanza que su plan saliera de la mejor manera con aquel flecha

Mientras trataba de no quedarse parada embobada admirando las cosas a su alrededor no se dio cuenta que tenía solo a unos metros el templo, cuando sus ojos cafés se encontraron con aquel lugar sintió como su cuerpo se tensionó inmediatamente

-Señorita se encuentra bien?-Una voz a sus espaldas hizo que Lisa se moviera insegura

-S..SI-Balbuceo 

-Necesita algo?, creo que nunca la había visto por aquí-Lisa sonrió forzadamente a aquel ser muy gentil, su cuerpo estaba tapado con una túnica blanca y tenía en su cabeza una extraña corona de plantas

-Umm, sabe usted donde esta Ares, él es mi....Padre-Dudo un poco Lisa

-Oh!, entiendo, él está en el templo, curiosamente su hijo, Cupido se esta casando en estos momentos con la querida Psique-Dijo el hombre señalando el templo que tenía frente a ellos, Lisa sintió un escalofrió por su cuerpo cuando escucho esas palabras

-Gracias-Dijo mientras se alejaba del hombre sin quiera entender lo ultimo que dijo

Lisa empezó a subir cada escalón y cada vez que estaba mas cerca, sentía su cuerpo pesado, sus manos empezaron a temblar y aunque intento devolverse algo no la dejaba, siguió subiendo hasta que quedo frente a la puerta del templo y al final pudo divisar un gran hombre de blanco y enfrente de él una mujer con un hermoso vestido dorado y cabellera casi del mismo color y un hombre que hizo que todo su cuerpo se estremeciera, era Cupido.

Mi pequeña pelirrojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora