HAIR COLOR ✧ 𝑀𝐼𝐶𝐻𝐴𝐸𝐿 𝐶𝐿𝐼𝐹𝐹𝑂𝑅𝐷

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2 DE SEPTIEMBRE, 2016

SAN FRANCISCO, CA.

L O V E Y

Seguía sin creer que había sido obligada a regresar a San Francisco tres semanas después de que el ciclo escolar empezara. Simplemente era fabuloso.

Mi celular sonó anunciando que alguien me estaba llamando.

— ¿Ya llegaste? —Me preguntaron al otro lado de la linea— ¿Ya vienen?

—Oh, por Dios, sí. Acabo de poner un pie fuera del avión, déjame respirar.

— ¿Ya vienen? —Repitió.

—Te digo que acabo de poner un pie fuera del avión, ¡ni siquiera he ido por mi equipaje!

Escuché un suspiro como respuesta: — ¿Equipaje? Pero si vas a quedarte tres días nada más.

— ¿Y tú qué crees que voy a usar los tres días? ¿La misma ropa que traigo justo ahora?

Casi pude ver que se encogía de hombros mientras hacía una mueca.

—Tal vez.

Rodé los ojos: —Nos vemos más tarde.

Caminé hasta la banda eléctrica donde descargaban el equipaje y esperé a que apareciera mi maleta. Una maleta pequeña, al fin y al cabo no llevaba tanta ropa.

Tomé el objeto de los asideros cuando estuvo a mi alcance y lo coloqué en el suelo. Puse mis brazos en jarra volteando a todos lados, suspiré y jalé la maleta detrás de mí para dirigirme a las puertas.

— ¡Lovey! —Gritó alguien.

Giré para encontrarme con mi mejor amiga: — ¡Avery!

Corrí hacia ella tal cual Avery hacía y abrí mis brazos conforme nos acercábamos más. Avery literalmente brincó encima de mí y enrolló sus piernas alrededor de mi cintura. Nos hundimos en un abrazo fuerte y cálido, como si lleváramos años sin vernos pero en realidad solo fue mes y medio. Deshicimos el abrazo segundos más tarde.

—Te extraño mucho —me dijo Avery—, en verdad.

—Oh, vamos, Juilliard no debe ser tan mala.

—No lo es pero te extraño de todas formas. Y a Miles, extraño a Miles.

Abrí mi boca con sorpresa, impulsándome hacia abajo y luego arriba: —Pensé que era la única. Dios, ese chico me hace falta. Y hablando de chicos, ¿dónde diablos está Connor?

—Oh, él —habló Avery—. Se quedó esperando el equipaje, yo quería venir a buscarte.

Me reí.

Cuando fueron las pruebas, el SAT y todas las admisiones para la Universidad, Connor decidió que deseaba estudiar actuación y como para ese entonces él y Avery ya eran pareja, optó por hacer un examen para entrar a Juilliard y fue aceptado.

— ¿Y a ti cómo te va en Virginia?

Gruñí: —Es tan cansado.

— ¿Ah, sí? No decías lo mismo en vacaciones de verano.

Dado que no me decidía qué estudiar, apliqué un examen para saber mis aptitudes y era buena en cuatro cosas: diseño gráfico —como Connor había sugerido—, periodista, editora y presentadora de radio y televisión.