Necesidad olvidada de pedir perdón.

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La lluvia caía en la ciudad, mientras una azabache trataba de salir del tráfico de Tokio, miraba el reloj en cada instante, enojándose de manera repetitiva por no poder avanzar, cuando al fin un auto se movió, ella tomo el tramo más corto y se estaciono frente a una magnifica institución, luciendo una fachada fresca y recién pintada. Corrió con los tacones altos, casi cayéndose y entro con inquietud a la escuela, se adentró por un pasillo angosto hasta una oficina de color pastel, con el letrero en letras negrillas: DIRECTORA.

Suspiro y entro, viendo a su pequeña hija en la silla al frente de la directora que volvió su vista compasiva a la joven madre, ella se sentó y escucho el discurso que ya se había aprendido.

Cuando salieron, la niña no quiso tomas la mano de su madre, viéndola con desconfianza

-Ya se lo que vas a decir, pero no puedo esconder por completo mis energías.

-Sabes lo que opino de eso.

-Ya no soy una niña, aunque no lo aparente, ya me considerarían adulta en otras culturas

Rio, y meció el cabello cobrizo de su hija, la alzo en brazos y le planto un beso en la mejilla.

-Gracias a esta cultura que no, aun te puedo dar muchos besos.

Ambas sonrieron mientras entraban al auto, de nuevo por décima vez Kagome debía buscar una escuela para Shiana pero ahora parecía que era una costumbre hacerlo.

-Sabes me agrada ver que te aceptas como eres. -Shiana rio.

-Mama me alegra ser como tú.

-Pero ¿a mí me fascinas tú?-Le dio un beso en la mejilla y comenzó la marcha.

-Mama hay algo que nunca pregunte ¿por qué sueles usar ese traje de miko?

-Pues por tu abuelo-Sonrió e inclino su cara hasta la ventana-Desde joven me hizo vestirme así, de hecho tengo una foto con unos jóvenes que lucían con traje de época Sengoku.

-¡Enserio! Nunca me la has mostrado, cuando lleguemos espero que me lo indiques.

-Ya estamos aquí, sube lávate las manos y después que comas te la mostrare.

Mientras su hija comía, Kagome saco una caja escondida tras un armario de tatami, saco una foto encuadrada que no recordaba cuando se tomó, y de pronto empezó a temblar.

Había algo de lo que nunca se dio cuenta, su jefe aparecía en esa foto, casi sin ningún cambio y esa era una de las pruebas que ella necesitaba para conocer su verdad y recordar lo que ya había perdido.

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Besos Helados...lo siento si se aburren pero ya viene lo bueno espero que les guste. No olviden comentar...


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