Olvidar

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[Mystrade]

El olor del antiséptico y el indiferente blanco en las habitaciones del hospital jamás le habían agradado, sin embargo no podía quejarse en su actual situación.

Gregory Lestrade permanecía sentado sobre la estrecha cama, cubriéndose las piernas con las rasposas e incómodas sabanas que tanto detestaba. Sus ojos estaban fijos en sus manos entrelazadas, no tenía la intención de levantarla y observar a las personas paradas frente a él. Deseaba pensar que podía escaparse a una "dimensión desconocida", pero su cuerpo adolorido le hacía recordar que continuaba en la vil realidad. Irónico. Siempre era él quien estaba del otro lado, dando ánimos y repartiendo golpecitos en la espalda para brindar apoyo. Convertirse ahora en la "víctima" y recibir las miradas de compasión le dejaba un amargo sabor en la garganta. Y, empeorando su estado de mierda, había perdido temporalmente la memoria. ¡Por Dios, hasta tenía una venda en la cabeza!

—Entonces... —inició otra vez. Llevaba despierto menos de un día y ellos entraron al cuarto como un torbellino. Ni siquiera le dieron tiempo de digerir bien la información—. ¿Quiénes son ustedes?

La única mujer del grupo intentó sonreír mientras apretaba las mangas de su gran suéter marrón. Ella decidió responder.

—Te lo dijimos al entrar, Greg, somos tus amigos. Sabemos que no nos recuerdas, pero... —hizo una pausa y apretó más las mangas, inquieta—. Podemos comenzar desde cero y conocernos otra vez, ¿verdad?

—Molly tiene razón, pronto será igual que antes. —El sujeto junto a ella siguió, un tal John—. Ya sabes, tú diciéndole a Sherlock que se meta en sus propios asuntos, y él ignorándote como de costumbre.

Sherlock asintió conforme, jamás fue bueno para dar palabras de aliento. Estaba ahí porque Watson prácticamente lo arrastró al St. Bart's alegando su deber como amigo de Greg.

—¿Qué pasó? ¿Por qué estoy aquí y no los recuerdo?

Los tres se miraron entre sí, sin saber cómo continuar. John buscó las palabras adecuadas. Sherlock fue más rápido que él.

—Al parecer, se trató de un ajuste de cuentas con un ex-convicto que tú encerraste hace años, en tu tiempo de DI. En una cena importante mientras cuidabas la espalda de tu jefe el sujeto entró. Caíste desde un segundo piso, el golpe no fue lo bastante fuerte para matarte, pero sí efectivo para dejarte con amnesia. Aunque no comprendo cómo pudo pasar, con tu nuevo entrenamiento como miembro de seguridad especial es raro. Además, estuviste una semana inconsciente y...

Molly rió nerviosa, dándole un duro codazo a Sherlock en las costillas, esperaba callarlo con eso. John lo vio con una silenciosa advertencia pintada en los ojos. Sherlock bufó irritado.

Sin embargo la explicación de Holmes hizo que Gregory bajara nuevamente la cabeza. ¡Maldición! No recordaba nada del accidente. ¿Y desde cuándo renunció a su trabajo en Scotland Yard para formar parte de un servicio privado? Anteriormente enfrentó a tipos rencorosos, pero en sus veintiocho años de vida –cinco en servicio– jamás actuó de manera estúpida e imprudente para caer por algo tan simple. ¿Qué fue diferente? Otro punto más importante: ¿Quién era su nuevo jefe?

—Soy un fracaso —negó con la cabeza.

Fue el turno de John dándole esas palmaditas en la espalda.

—No, tuviste mala suerte, a todos nos puede pasar.

Greg lo miró agradecido, las nuevas palabras de aliento le confortaron. Le agradaba John y Molly. Con Sherlock aún tenía sus reservas.

—¿Y mi jefe? ¿Él está bien?

—Claro. Yo estoy bien.

Lestrade observó con atención al nuevo individuo que entró. Un hombre alto, quizá de su misma edad, cabellos pelirrojos perfectamente peinados, elegante traje gris de tres piezas y un porte de aristócrata. Gregory se sintió ligeramente pequeño.

One-shot JohnlockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora