Las Winx y los especialistas acabaron con los villanos más poderosos de la dimensión mágica, ahora les toca la tranquilidad y el merecido descanso. Pequeñas historias de lo que es de ellos después de la oscuridad.
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—¿Qué tratas de decirnos, Nex?.—preguntaba un muy confundido Brandon rascándose la nuca.
—Solo digo que deberían dedicarse más a su familia.—admite encogiéndose de hombros despreocupado.
—Tengo en claro que no paso mucho tiempo con Bloom y los niños, pero no significa que me pedirá el divorcio.—habla Sky pareciendo seguro, cuando por dentro estaba muerto de miedo.
—Layla me cuenta que su prima, Tessa, se ha divorciado más de 3 veces porque no le prestaban la atención que necesitaba.
—Lo entendemos, pero...—trata de defenderse el moreno.
—Mañana es el día de las madres, aprovechen ese día y hagan algo bonito para sus esposas.—interrumpió Nex aconsejándoles.
Los tres reyes estaban teniendo una "junta importante" por vídeollamada, se suponía que hablarían sobre la ayuda que se ofrecían para mejorar los planetas y terminaron hablando de sus problemas familiares.
A Nex le iba bien, tenía su puesto de rey y los fines de semana los dejaba libres para compartir con su amada esposa y su hijo Eloy. Brandon estaba muy ocupado, tanto que casi no ve a sus hijos. Sky se la pasa viajando por cada aldea de su reino y nunca está en el castillo. Lo que les preocupa es que últimamente sus esposas no los trataban como antes, eran más distantes; asustados convocaron esa reunión ya que eran los únicos con problemas similares. O bueno, sólo Sky y Brandon.
Tenían miedo de que las mujeres que más amaban en la dimensión se fueran y nunca regresaran.
—¿Qué cosa puede ser?.—cuestionó Brandon algo desesperado.—¿Un diamante? ¿Un nuevo armario de ropa? ¿Sexo?.
El rey de Andros comenzó a reír.
—¿En serio tu relación depende de esas cosas?.—preguntó sarcásticamente sin parar de reír.—Escuchen, esos son lindos detalles, pero tienen que esforzarse. No comprar cualquier cosa.
—¿Qué nos recomiendas?.—inquirió el rubio más interesado.
Nex sonrió con malicia.
(...)
—Tristán, ¿Has visto a tu padre?.—preguntó Bloom entrando en la habitación de su hijo.
—No. No lo he visto en todo el día.—contestó inocentemente el niño de 10 años.—Prometió jugar con Adora y conmigo.
—Que extraño.—exclamó la madre pensativa, ese fin de semana su marido no tenía ningún trabajo.
Bajó las escaleras hasta llegar al salón principal donde se encontraba una empleada de limpieza, la llamó con educación y esta obedientemente se acercó.
—¿Ha visto a mi esposo por casualidad?.—inquirió preocupada.
—¡Oh, claro que si! El rey estaba en la cocina hace unos minutos.—informó la mujer contenta.
