ERASE UNA VEZ MATEO
15La vida en esos días era tranquila, cada día fue una aventura y siempre había una sorpresa.
La amiga de mi mamá tenía un restaurante de desayunos con tema de los 60's, "El desayuno de Flow" y solo trabajaba fines de semana, todas las meseras debíamos llevar un uniforme muy "Oldy" y servir los pedidos... en PATINES! Que escandalo, que drama y que diversión jaja tarde al menos dos semanas en acostumbrarme y aprender a equilibrar, sin duda fue de las mejores etapas de mi vida y había muchísima gente siempre, es decir, ¿Cuántos restaurantes conoces que den un show como chicas en patines por todos lados sirviendo comida? Claro que iba a tener éxito y las propinas eran bastantes buenas, así que en un solo fin de semana junte el dinero suficiente como para comprar el vestido que quería. Pensé en dejar el trabajo después de eso pero Mateo me aconsejo conservarlo un tiempo mas , pues "un empleo es algo que sirve para crear carácter" -palabras de Mateo- .
Uno que otro fin de semana los chicos iban a comer al lugar y Flor, la amiga de mi mamá, me dejaba servirles cosas de cortesía, era una mujer muy amable y una excelente jefa (supongo que por ello me fue tan fácil conservar el trabajo un par de años) Catalina y Carmen insistían en que acortara la falda del uniforme para aumentar mis propinas, Daniel y Mateo se limitaban en atragantarse de papas fritas. Eran días buenos.-En serio, dame una hora con el atuendito de mesera y te consigo el doble de lo que llevas en el día - Catalina estaba muy segura de si misma mientras le daba un sorbo a su té. Estaban todos sentados en la ultima mesa y llamaban la atención de otros clientes, pues parecían estar en su universo y reían descaradamente sin importarles más. Ellos siempre llama la atención.
-Mi amor, con o sin uniforme te las ingenias para conseguir dinero – se burlaba Daniel insinuando (mas bien recordando) que Catalina conseguía dinero con su cuerpo.
-Solo digo que si tienes algo porque no lo aprovechas? - Catalina se defendió
-Eso es muy cierto! Todos tienen precio mi cielito – Carmen se dirigió a Daniel – a ver, si te ponen un paco de billetes hasta tu volteas el rabo – todos en la mesa se rieron y yo me preguntaba en que momento conseguí esa clase de compañías.
-Dejen de corromper la frágil mente de mi novia con sus ideas – Mateo interrumpió entre risas – oye cielo, terminando tu turno que planes tienes?
-Ninguno aun – conteste revisando si Flor estaba por ahí, no quería que me viera muy distraída con ellos. Era buena mujer pero aun así no quería abusar.
-Vamos a la playa? - propuso Daniel - hace mucho que no vamos todos juntos – yo nunca había ido con ellos
-Amo tu idea! - lo apoyó Carmen
-Hasta que sirves de algo ricitos – Catalina como siempre no podía dejar pasar la oportunidad de hacerle burla. Esta vez su cabello rizado fue el blanco.
-Que dices? - Mateo me miró esperando mi apoyo, desde que estábamos juntos siempre pedía mi aprobación antes de hacer algo todos, me agradaba que me tomara en cuenta.
-Me encanta la idea, llamare a mamá para avisar – sin mas, deje su mesa y fui a seguir con mis labores en patines. Cabe mencionar que antes de poder hacerlo todo muy bien pase varias humillaciones y caídas. <<buenos recuerdos>>Flor me dejó salir una hora antes, una excelente mujer, y cambiando mi vergonzoso uniforme de los 60's por mi ropa regular, jeans desgastados y una blusa azul, y dejando los patines por mis converse blancos, salí por la puerta trasera que daba a un callejón, donde me esperaban los chicos. Congele la escena por unos segundos. Catalina sostenía un cigarrillo recargada en la barda de algún almacén detrás del restaurante, Carmen parada frente a ella mirando como Daniel y Mateo hacían música con un bote de basura vacío y una lata grande de café, sentados en el suelo, aquello los representaba tan bien. De mi bolso saque mi vieja cámara, la cual Mateo me había regalado un día hacía algunas semanas cuando estábamos buscándome un pasatiempo, creyó que la fotografía podía dárseme. La usé por primera vez para capturar aquel precioso momento, para capturar el recuerdo de un día donde nada les preocupaba, eran solo adolescentes en busca de un camino, un día donde todo estaba reducido a un nada, y así les gustaba.
El sonido de la cámara delató mi presencia y todos dejaron lo que estaban haciendo para dirigirse hasta mi.
-Al fin! - Daniel se estiró
-Asi que has decidido poner en practica la fotografía eh? - Mateo me abrazó de la cintura
-Que buen ojo tienes para el arte Natty bella, sigue tomándonos fotos y llegaras lejos – Carmen posó como si fuese modelo de manera exagerada.
-Eso es, hazle el amor a la cámara – Catalina le siguió el juego
-No con ustedes aquí
-Pero si te hemos visto coger con sujetos en media calle – Daniel intervino al comentario muy propio de Carmen, y todos estallamos en carcajadas.
-Vamos tropa! Dejemos la libertad sexual de nuestras damas y apresurémonos que se hace tarde – como siempre, era Mateo quien ponía orden a sus discusiones. Rodeo mis hombros con su brazo y sacó las llaves de su auto.
-Vamos en mi auto Mateo, porque si vamos a hacer un viaje así, que sea con estilo – Daniel se adelantó y con un movimiento de su mano hizo sonar su auto abriendo los seguros de un convertible negro estacionado junto frente a nosotros.
-Ya, esta vez voy de acuerdo con ricitos mi amor – dijo Catalina a Mateo yendo tras Dani – voy en frente!
-Mi turno! - Carmen solo siguió derecho corriendo para alcanzar el lugar del copiloto.
Mateo me miro alzando las cejas, no sabía si sentirse indignado o reírse por la forma en que se burlaron de su auto, yo solo sonreí y recargue mi cabeza en su pecho. Hizo una mueca de resignación y avanzamos tras los chicos.
El convertible de Daniel tenía capacidad para 5 personas, asientos de piel blancos y olía a cereza, la pintura era brillante y los neumáticos estaban casi nuevos, Daniel cuidaba a ese auto como si fuese una mujer, a veces hasta le hablaba con mucho cariño, según Mateo eso es normal en los chicos. Le creí.
Con la música a todo volumen de alguna banda americana desconocida para mis oídos, la capota del auto guardada y el sol rosando nuestra piel, emprendimos la marcha. El cielo estaba de un azul muy claro y no había ni una sola nube, la brisa provocada por la velocidad alborotaba nuestros cabellos, y la voz de mis amigas siguiendo la letra de una de las canciones hicieron del viaje un recuerdo que estaría siempre presente en mi memoria, me gustaba acumular esas imágenes, Mateo me llamaba "la fotógrafa de momentos" cada que le contaba de esa manía mía y según él le gustaba eso de mi. -estas aprendiendo a vivir el hoy- decía.
Sonreí.