III
Dentro de la casa Gustavo trataba de concentrarse en buscar algo en su celular, pero no podía, su mente divagaba en la carta que de seguro el cartero ya había recogido y que de seguro estaba a punto de ser enviada a una dirección que no sabe si aún es habitada por los Palacio, la familia de Betsy. Se detiene, aquello es un disparate ¿Cómo en cuestión de segundos enviaran su carta? Esta delirando, pero no se atreve a retirar la carta del buzón, Se imagina que la carta se reenvié hasta que llegue a sus manos, y si logra verla, ¿Qué dirá? ¿La leerá? ¿Se acordara de él? Y si lo hace, ¿Qué pasara después? Aquellas preguntas le cruzaban por su mente y hacia que le doliera la cabeza. Tenía miedo de esperar lo peor
Pero algo aprendió en sus años trabajando en las grandes ciudades, y es que no se debe arrepentir de algo que hayas hecho, porque en su momento era algo que querías hacer
Dejo a un lado sus pensamientos y retomo el hilo de lo que estaba haciendo. Tomo el celular y marco a alguien que probablemente, con algo de suerte le conseguiría trabajo.
La línea estaba marcando, uno, dos, tres, timbres y nada. Gustavo suspiro, la ansiedad le estaba poniendo nervioso, así que para relajarse decidió ir a caminar y así serenar su mente
En un alguna oficina en alguna parte de esa misma ciudad dos días después.
No importa cuántas veces le deba decir que se encuentra bien, más tranquila incluso, su madre no estará segura.
- Ya almorcé, incluso aumente de peso, ojala que estés feliz por eso, yo no.- dijo ya algo exhausta por el interrogatorio de su madre.
- Claro que lo estoy, estabas muy delgada...
- Mamá, sabes, me tengo que ir.- dijo la chica decidida de terminar la conversación.- estoy en el trabajo, me acaban de mandar más trabajo. Y ya los conoces.- en realidad no era del todo mentira, últimamente su jefe le ha acumulado mucho más trabajo que lo habitual.
- Bien, Betsy, te dejo, pero prométeme que vas a venir el fin de semana a visitarnos
- Que si mamá, nos vemos hasta entonces.- no dejo que su madre le contestara, le colgó rápidamente.
Suspiro aliviada, las llamadas de su madre suelen ser largas y cargadas de preguntas, algo parecido a un interrogatorio.
La joven se levanta de la silla, y estira un poco las piernas para continuar con su trabajo, odia cuando la editorial donde trabaja, le acumulen en su escritorio varios cuadernillos de 300, 600, incluso de 1000 páginas para traducir o corregir, y sin mencionar el hecho de entrenar como a los perros a los nuevos internos. Otro suspiro le sale a la chica, con solo pensar en lo que le falta le duele el estómago, será mejor empezar ahora, piensa Betsy.
Se vuelve a acomodar en la silla y empieza a leer los manuscritos, su empleo no es tan malo, le gusta leer a nuevos escritores, algunos más experimentados que otros, pero al final siempre le asombra cada manuscrito. Cuando es momento del almuerzo la chica no pierde tiempo y se dirige a su departamento que se encuentra a pocas manzanas de su editorial.
Al entrar a su departamento, se dirige a su cocina, y calienta en el horno lo que sobro de espagueti, mientras este se calienta se sirve un poco de vino. Toma un sorbo y el celular vuelve a sonar, la chica da un gruñido de desesperación y contesta la llamada a regañadientes;
- ¿diga?
- ¿hija?, hola, disculpa cariño pero me acabo de ver el correo y...
- Mamá, ya te dije, tengo mucho trabajo, ve al grano.
- Acaban de enviar una carta que va dirigida a ti.- la chica de repente le pone mas atención a su madre
- ¿Quién la manda?
- Un tal... Gustavo Rojas, ¿le conoces?
No hubo respuesta, al otro lado de la línea, Betsy estaba con la copa de vino en los labios, pero no bebía, la sorpresa fue tan grande que no sabía qué hacer. ¿Qué si lo conocía? Claro que lo conocía, oh muy bien, le recordaba con cariño y un poco de resentimiento.
- Hija ¿sigues ahí?- no, Betsy no estaba ahí, bueno físicamente sí, pero su mente se remontó a los años de primaria, secundaria y preparatoria.- niña contesta, no me asustes, ¿Quién es Gustavo Rojas?
- Perdón, me desconecte por un segundo, uhm mamá, por favor reenvíamela a mi departamento por favor
De nuevo no dejo que su madre contestara, colgó al instante. Así que Gustavo le envió una carta, ¿Qué carajos estaba planeando?, estaba claro que no podía concentrarse en su trabajo con esto, se decide ir a caminar un rato.
Mientras salía del departamento, llamo a una amiga de la oficina para decirle que iba a ausentarse un par de horas y que le ayudara con el trabajo, para no retrasar la entrega.
Gustavo Rojas, aquel cabron que en antaño le tomo cariño, rozando a amor. El mismo que le rompió el corazón cuando se fue sin decir palabra. Y aún conserva con cariño algunos recuerdos de aquellos días colegiales.
Pero no se permitía recordar aquellos momentos, no importaban si eran alegres o tristes, simplemente se abstenía de recordar. Era como si todo lo que incluyera a Gustavo lo olvidaba automáticamente, aun así, en lo más fondo de su dañado corazón, deseaba leer esa carta. Quería ver que contenía, y porque después de 10 años se dignó a escribirle.
Suspiro, cansada de caminar se sentó en una banca, y contemplo a la gente pasar de un lado a otro y trataba de imaginar cómo era sus vidas. Entre esa multitud vio a alguien que le llamo la atención, tenía un aire que le era familiar pero no sabía de dónde.
Era apuesto, eso sin dudarlo, era el tipo de hombres que sabían que eran guapos y se aprovechaban de eso. Bethsy era una persona que no se dejaba ver mucho a la demás gente, temía que si los veía por mucho tiempo estos se darían cuenta. Pero en este sujeto hiso una acepción. Lo observo detenidamente.
Era alto, de pelo negro sedoso, piel tostada por el sol, vestía un lindo suéter marrón y una camisa azul marina y unos pantalones beige que lograban notar aun a la distancia su cuerpo fuerte. Aquella figura hacia que cualquier mujer en ese parque se le quedaran viendo.
Bethsy se despabilo rápidamente al darse cuenta que el apuesto joven la observaba también. No se dio tiempo, de hablar con el sexy desconocido, porque salió corriendo.
Ambos personajes no se dieron cuenta que en ese parque, por unos instantes Gustavo y Bethsy se encontraron, oh cruel destino, por alguna razón juegas con los corazones.
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Amor entre cartas
Romance"Hace mucho que no se de ella Le escribo todos los días ......esperando El día que me conteste....." DESPUÉS DE CASI 10 AÑOS DE AUSENCIA, ÉL AHORA EMPRESARIO GUSTAVO R. A VUELTO A LA CIUDAD QUE LO VIO CRECER. SU LLEGADA ES UN MISTERIO...