Prólogo

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Sirius Black era muchas cosas: Gryffindor, encantador, buen estudiante, gran merodeador, inteligente, jugador de quidditch, guapísimo, el sueño de todas las chicas y, por qué no, modesto también.

De todo aquello se enorgullecía, no por nada todo el sector masculino en Hogwarts le envidiaba. Pero no era egoísta, no; ser él costaba un precio muy alto y Sirius lo pagaba con gusto: extender su sabiduría. El veintitrés de septiembre cumpirían un año sus clases magistrales. Daba gracias a Godric, Merlín y al mismísimo Dumbledore por la paciencia de los Potter ese último verano, pues las cartas de sus desesperados seguidores llegaban a todas horas. Decenas de adolescentes llenos de hormonas pidiendo su ayuda para conquistar jóvenes brujas y, en ocasiones, muggles.

Tenía incluso un registro con los nombres de todos sus "alumnos" apuntados; a su lado, las palabras "ella aceptó" se mostraban impecables. Ni un solo rechazo, como cabía esperar.

Lo que no se esperaba Sirius Black, mago de séptimo curso en Hogwarts, era tener que enfrentarse al caso de conquista más difícil de toda su vida.

Era una verdadera suerte para la "futura pareja" en cuestión, que tal espécimen de corazón de león no se rindiera jamás.

Sirius Black, alcahuete en ratos libres (en proceso de edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora