Capítulo cinco

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¿Puedes recordar la sensación? Esa que tienes cada vez que intentas acordarte de algo pero el recuerdo se vuelve lejano de pronto, inalcanzable; a pesar de que sabes que está allí; tiene que estarlo; escondiéndose en alguna parte de tu cabeza. Esa impotencia cuando sabes que la respuesta está a solo un paso de distancia pero por alguna extraña razón no puedes acortarla...
Ahora imagina que en lugar de una cosa, de un simple recuerdo, aquello que no puedes alcanzar, a lo que no puedes acercarte, es todo, es nada.

Nada. Eso es lo que soy ahora; los restos huecos de una persona; un presente vacilante por la condena de un pasado desconocido.

Lo único que tengo es un nombre. Tres letras que no significan nada; nada más que la vida que he perdido, la vida que no puedo recordar. Un pequeño recordatorio de que soy esa persona tanto como no lo soy; porque la chica que solía ser de alguna manera se ha ido; ¿cómo podría existir ella si nadie es capaz de recordarla, si nadie la conoce ahora, ni siquiera ella misma?

¿Deseo volver a ser ella?

Una parte de mí me invita a aferrarme al ahora; a dejar todo lo demás atrás; a aceptar que quizás así es como todo debe ser, que tal vez quien soy ahora es quien se supone debería ser.
Sin embargo hay algo que me lo impide. No tengo idea de qué es ese algo pero los sentimientos que se aferran a ese pensamiento, el que me insiste que debo recuperar mis recuerdos, son poderosos, crudos, persistentes y simplemente no puedo ignorarlos.


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