Capítulo diez

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Me quedo inmóvil al verlo, ni siquiera soy capaz de parpadear. Esta es la primera vez que dirige hacia mí algo más que una de sus enigmáticas miradas, o que se encuentra a una distancia de no menos de un metro y medio desde la que tengo un asiento en primera fila para observar cuán penetrantes pueden llegar a ser sus ojos.

Las palabras parecen estar atoradas en mi boca desde que apareció y aunque lo intento varias veces, no logro más que balbucear sonidos incoherentes.

—Repito, ¿qué estás haciendo aquí?

Comienza a avanzar lentamente, evaluándome, fijandome en el lugar, llegando cada vez más cerca de mí. Él está tan cerca ahora mismo que sus ojos, noto, son grises.

Me sorprende haciendo un sonido que no distingo e inconsciente doy un paso hacia atrás, encontrando finalmente mi voz.

—Yo... solo estaba dando un paseo. Lo lamento, no sabía que había alguien más aquí.

—Y no lo había.

—Oh —es todo lo que digo cuando veo que al parecer no va a añadir nada más. Sigo trazando movimientos circulares sobre el lomo del caballo, quien no se ha movido de su lugar y no parece querer hacerlo. De alguna manera el gesto parece calmarnos a los dos. Sin embargo el ambiente se siente demasiado incómodo mientras los minutos pasan en silencio, al menos para mí, pero justo cuando comienzo a planear mi salida, él vuelve a hablar.

—Soy Samuel Evans — No extiende su mano, solo suelta las palabras mientras observa fijamente mis ojos. Su mirada desviándose sólo una vez durante una milésima de segundo hasta la zona en donde acaricio al caballo blanco con mi mano.

—Soy Eve... solo Eve —respondo intentando mirar a cualquier lado que no sea a él y su mirada fija.

—Lo sé —dice en un tono que no logro reconocer. Eso le devuelve mi atención completamente y dejo de pretender que la rama del árbol a mi izquierda es interesante.

—¿Cómo?—pregunto.

Está bien, yo he oído sobre él; sabía su nombre antes que me lo dijera, pero no hay razón para que él haya oído sobre mí. Excepto que...

—Esta es una comunidad pequeña —Explica al leer la mirada en mi cara —, todos se conocen... también hablan. Tú eres la chica nueva —dice y luego se queda callado una vez más. 

El caballo da un pequeño resoplido a nuestro lado, como queriendo devolver la atención hacia él.

—¿Cuál es su nombre? —pregunto, realmente deseando saberlo, queriendo desviar su atención de mí.

—¿Cuál le pondrías tú? —pregunta sin responder. Se acerca un poco más y mi cuerpo reacciona tensándose por alguna razón, él parece notarlo y no hace ningún otro movimiento.

Pienso un poco en su pregunta. Observo al magnífico espécimen blanco frente a mí un momento y no hay dudas en mi mente.

—Sabath —contesto segura. El caballo roza suavemente su cabeza contra mi brazo.

—¿Por qué? —cuestiona. Algo extraño cruza su cara.

—No lo sé, me gusta.

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