Capítulo siete

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Cuando Mia propuso el entrenamiento pensé que no podía ser tan mala idea. Algo en la vista frente a mí seguía llamándome, rogándome por ello; algo simplemente se sentía familiar...
Mi pierna estaba totalmente curada, la había revisado esa misma mañana y la piel bajo la venda había lucido inmaculada. Casi parecía como si nunca hubiese habido una herida ahí siquiera. Pero la había habido, no era la única que la había visto. Aún no podía entender cómo era posible que mi piel no tuviese siquiera algún rastro de ello, una cicatriz, algún indicio...
La herida se había visto demasiado reciente ese primer día cuando desperté para notarla. Pero más extraño aún, era el hecho que nadie había mencionado el agujero de bala, o preguntado cómo podría haberlo conseguido. 
¿Era posible que lo hubiese alucinado? No. Sabía lo que había visto, debía haber otra explicación para ello, simplemente se me escapaba.

Pero ahora, luego de correr durante una hora alternando diferentes velocidades, Mia había propuesto, más bien ordenado, realizar algunos de los obstáculos. Sencillo, así siguió llamándolo. Yo no estaba tan segura.

—¡Concéntrate en pisar correctamente, estás haciendo un enredo de tus propias piernas! ­— Exige Mia.

—¡Eso intento! 

Lianas y vallas fueron primero. Cinco metros nunca había sido una distancia más larga que al intentar subir por una cuerda. Pero aunque conseguí resbalar más de una vez, seguí intentándolo. Y no porque Mia lo exigiera, sino porque el fallar una vez tras otra despertó algo en mi interior; algo feroz que me exigía superarme a mí misma, no darme por vencida. 
Pero ahora mismo, mientras intento escalar un muro subiendo por una inestable red, y teniendo a Mia gritando desde abajo para que lo haga mejor, estoy empezando a dudar de cuánto quiero hacer esto. 
Lo intento, por supuesto que lo hago pero por alguna razón sigo resbalando; mi pie simplemente no está coincidiendo en pisar en los lugares correctos y mis brazos comienzan a doler por la fuerza con la que sostengo el resto de mi cuerpo para no caer.

—¡Está bien, baja de ahí, tomaremos un descanso! ­—anuncia Mia finalmente y dejo de luchar con mis propias piernas. 

Bajar debería ser más sencillo pero mis pies no parecen querer cooperar desde que estoy intentando con este obstáculo y termino resbalando, perdiendo mi agarre en el último metro y cayendo hacia atrás. Cierro los ojos por instinto esperando el golpe que sé, va a venir, pero de alguna forma mi pierna derecha queda enganchada en la red y unos brazos aparecen rápidamente para sujetarme y ayudarme a bajar de esta trampa para humanos. 

—Te tengo. ¿Estás bien?

Abro los ojos por fin para notar a Christian observandome con preocupación, sus brazos rodeando mi cuerpo. Me baja suavemente, ayudándome a ponerme de pie y, una vez seguro de que puedo mantenerme por mi misma sin caer, me suelta. Tomo un paso hacia atrás, siendo consciente de lo cerca que hemos quedado y le doy una sonrisa para tranquilizarlo, aun cuando puedo sentir la adrenalina corriendo en mi interior. 

—Si voy a morir espero que no sea por algo tan tonto como caer de una red a un metro de altura —Decido bromear.

Se ríe con mi comentario y es cuando Mia aparece, una línea de preocupación surcando su frente. Ella había estado allí conmigo todo el tiempo, permaneciendo a solo unos metros de distancia, observando y gritando indicaciones en todo momento. Pero yo en realidad no recuerdo haber visto a Christian cerca. El chico parece haberse materializado de la nada.

—Supongo que sería tonto preguntar si estás bien —dice una vez a nuestro lado. Ella lanza una mirada a Christian antes de volver sus ojos hacia mí, una insinuación en su tono aun cuando esa línea permanece en su frente. 

—Lo estoy —respondo, tranquilizadora, antes de sacudir mi ropa llena de polvo. 
Giro hacia Christian esperando poder agradecerle el haberme ayudado pero en cuanto mis ojos lo buscan, ha desaparecido.

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