Una estrella fugaz

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Hoy ha sido un día tranquilo como hace mucho no tenía uno, atendí la juguetería hasta poco antes del mediodía y dejé a Asra a cargo para ir a almorzar con Gabriel, aunque no pude evitar sentir un poco de pena por la enfermera que casi me trago el día del escándalo, claaaro que ella no hizo el comentario con la intensión de que el niño escuchara pero debió tener más cuidado, un comentario como "pobrecito y pensar que se va a morir tan pequeño" no se dice tan cerca de él o simplemente evitar ese tipo de comentarios.

Gabriel hoy parecía un poco más animado, quizás por el nuevo cubo de rubbick que le traje, cómo ama ese juguete Asra lo había encargado para él como regalo de cumpleaños pero no llegó a tiempo, yo nunca he podido armar uno completo cosa de lo cual Asra se jacta diciendo "a la edad de Gabriel ya yo armaba uno de los más grandes" él es un loco muy centrado, es un gran amigo. Aun estando gabo dormido no puedo dejar de verlo y pensar en cuando sea un hombre, definitivamente será mejor que su padre por mucho.

--Mami...-- se desperezó y me abrazó, --creí que te habrías ido--

--Siempre espero a que despiertes ¿no?-- me dijo que si con una enorme sonrisa.

--¿Puedo pedirte algo?-- apenas lo escuche porque fue más como un balbuceo.

--Claro mi amor, tu dime-- miles de cosas que él posiblemente querria pasaron por mi cabeza, como cuando me pidió un perrito de esos mecánicos ya que en la clinica no podía tener uno real.

--¿Podrías pedirle a papá que venga?-- y agregó corriendo un por favor de último dejandome arrinconada antes de que pudiera refutar con cualquier excusa.

Estuve hasta las tres con gabo, fui a la jugueteria a acomodar las cuentas para el contador que vendría mañana, pase como a las seis a ver a gabo y darle las buenas noches con Asra que luego se empeño en que me seguiría en su camioneta hasta mi casa porque estaba lloviendo muy fuerte.

Esa noche llegué directo a comer y a mi cama pero solo pensaba en lo que me pidió Gabriel, deseaba con todo mi corazón que ese bueno para nada de Roberto estuviera en el lugar del niño. El sueño, el cansancio y el clima me fueron ganando terreno hasta que rendí a la noche.

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Hoy amanecí enérgica, me duché y revisaba mi closet, quería verme imponente porque tenía que ir a hablar con Roberto y como vi que aun lo pongo nervioso quiero intimidarlo lo más que pueda, así que me puse un vestido blanco de cuello en V y un sobretodo beige que delineaba mi cuerpo hasta abrirse en las caderas y unos estiletos azul marino a juego con el bolso y todo el cabello suelto.

En el auto camino a ver a Roberto pensé en nuestra época de novios era muy dulce, detallista y responsable con la universidad y sus padres, había pasado solo un año de graduarnos cuando nos casamos por civil.

Con el paso del tiempo su trabajo me fue desplazando poco a poco hasta que yo deje de ser su esposa para convertirme en su compañera de habitación. Ahora varios años más tardes aquí estoy frente a su edificio a ver si tiene tiempo en su agenda para cuadrar tan siquiera media hora para su hijo.

--En un momento la atenderá ¿desea algo de tomar?--

--No Nina, gracias-- solo quería irme de ahí sabiendo que él iría  a verlo.

--¿Ni siquiera brownies y café?-- me sonrió casi con lástima, tanto tiempo trayendome lo mismo ya sabia como hacerme rendir pero me negué, esta vez no tenía estómago y la rabia haria que me cayera mal la comida.

Ha pasado una hora desde que llegue y aun no puede atenderme, esto era el colmo pero ya no era la misma tonta con la que se casó, le quité a un joven el pedido de comida Thai que venia llegando para él y deje que Nina, su secretaria, firmara mientras yo pasaba a la oficina.

Pídeme un deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora