Capítulo III

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No me esperé que fuera él quien estuviese del otro lado de la puerta. No sé por qué ahora pienso en aquello, en las últimas horas, han pasado más cosas de las que pensé podrían llegar a suceder. Una de esas es que no estoy solo. Del otro extremo de la cama, MinHo duerme o eso parece.

Pero todo tiene una explicación, retrocedamos un poco.

Diez horas antes

De alguna manera, MinHo ha resultado ser escalofriantemente asombroso. O sorpresivo o, no sé cómo decirlo para ser honesto. Su capacidad de aprender por imitación (tal como JinKi me había dicho que poseía en su matriz principal), ha sido más de lo que esperaba. Luego de lo que pasó aquella noche en que quiso irse mientras llovía y yo fui a por él, han pasado un poco más de tres semanas y, tuvimos que armar una especie de plan; algo así como una forma de vida.

Era riesgoso, porque nunca permanecíamos demasiado tiempo en un solo lugar y ya se iba a cumplir un mes desde que encendí al prototipo y comenzamos esta aventura de conocimiento mutuo.

KiBum se convirtió oficialmente en su mamá-institutriz-profesor y no halló nada mejor que enseñarle el mundo a MinHo a través de la televisión. El motel de mala muerte en el que nos escondíamos, tenía una vieja televisión en donde los únicos dos canales que tenía, era el Discovery channel y Playboy. Obviamente el 'canal del conejito' quedó estrictamente prohibido, por lo que MinHo pasaba horas (no exagero), horas frente a la pantalla viendo cada programa, teniendo que muchas veces obligarlo a apagarla para dejarnos dormir.

Afortunadamente, del altercado bajo la lluvia, él no se enfermó como yo sí lo hice. No sé por qué por un momento me planteé la situación de un droide enfermo, pero MinHo, tenía esta afición por salir a mojarse cada vez que llovía, lo que fue a menudo por un frente de mal tiempo que azotaba la ciudad.

'TaeMin, en la televisión, dijeron que...' aquella frase, se repetía tantas veces al día, que ya me tenía enfermo. Cada vez que MinHo veía y aprendía algo que llamaba su atención, corría a mi lado y me hablaba casi sin respirar de lo que fuera había visto. Al principio fue divertido oírle, pero con el paso de los días, ya estaba pensando en cómo deshacerme de la vieja televisión y hacerlo parecer como si fuese un accidente.

KiBum en cambio, lo oía detenidamente. Respondía sus preguntas y lo felicitaba. Mi amigo parecía una orgullosa mamá con su cachorro moviendo la cola y dando brinquitos por toda la habitación. Si me lo preguntan a mí, me daba igual, MinHo seguía poniéndome nervioso y no de buena manera.

Lo primero ocurrió hace dos semanas.

Un día, me levanté y fui al baño a atender el llamado de la naturaleza. Ahí encontré a MinHo desnudo frente al espejo. Cuando le pregunté qué estaba haciendo, él me dijo: 'Me veo extraño'. Yo sabía que él era raro; ya saben, un robot con semejante apariencia física humana, ya era bizarro pero, cuando él se volteó y me miró, comprendí a lo que se refería.

Sus ojos celestes, casi calipsos, habían cambiado. Ahora eran de un azul profundo, casi tan oscuro como el color del océano, con pequeños destellos celestes y marrones. No sé en qué momento ocurrió pero, aparte de sus ojos, él se veía más... grande. No solo hablo por su singular tamaño genital, sino a todo él. Estaba más alto y sus músculos parecían más definidos.

MinHo no solía comer mucho, de hecho, solo lo hacía cuando se quejaba de que le dolía su estómago y generalmente, con un par de dulces se calmaba. Un robot que 'siente' hambre o, de hecho, es capaz de procesar cualquier tipo de comida humana, no era algo normal dentro de los droides. Ellos, simplemente no podían comer porque no contaban con un sistema interno que les permitiese digerir comidas sólidas o líquidos, así como tampoco podían evacuar los desechos como nosotros los humanos lo hacíamos. La mayoría de los robots, tenían sistemas de recarga eléctrica o solar; ya sabe, como un cargador o alimentador de energía que les permitía tener cierto tiempo de suficiencia hasta que ésta se recargaba nuevamente como una batería.

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