7. Divagues de una obsesiva compulsiva...

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Luego de la —espero productiva— conversación con el niño mimado, aquí me encuentro, terminando de hacer gestiones de la empresa, un par de llamadas aquí y otras por allá, también ayudé a Bertha con las ventas y me pidieron ayuda con el sistema de nómina. —a ver, me consideran la "todera" de la empresa. Porque sé hacer de todo un poco. Yo diría eficiente, pero bueno, cada quién con su pensar. Me da igual—, miro la hora en mi reloj de pulsera y son casi las nueve y media de la noche, se me ha pasado el tiempo y ni cuenta me di, creo que tampoco comí, pero eso no importa, con tal no le digan a mi madre, todo estará bien. Y es que sí, siempre me pasa que el tiempo vuela mientras trabajo.

Por eso será que dicen: "El tiempo vuela cuando amas lo que haces". 

Y aunque el señorito Me-Creo-La-Última-Coca-Cola-Del-Desierto, me da guerra. Amo trabajar aquí. Logro desempeñar y mejorar mis capacidades e inteligencia, aprendo algo nuevo todos los días, porque sí, no me las sé todas más una; y puedo considerar que es un hogar. Aunque no tenga muchos amigos, mi trabajo es mi refugio, y sé que no todos me creen, pero es así.

Podría decirse que hasta de psicología he aprendido. 

Ya se imaginarán porqué.

Y si no, solo basta retroceder unos capítulos y parar las veces que Don-Me-Drogo-Hasta-Por-Las-Orejas, ha llegado en estados catatónicos —para mí—, además de que he aprendido a alinear mis chacras —cosa que tampoco sabía ni que existía—, y bueno, he trabajado la paciencia, entendido los comportamientos humanos bajo reacciones de estupefacientes —ahora se puede decir que vaya a donde vaya, en mi futuro, si alguien tiene una sobredosis ya sé qué hacer—. 

Tremendo currículo ¿No?

Sin contar que he pasado medio día tratando de entender y encontrarle la quinta pata al gato en la historia que me contó esta mañana el intento de galán. No es que sea pájaro de mal agüero, tampoco es que diga que su historia es mentira, solamente espero que intente buscar ayuda y sobre todo, poner límites conmigo, es muy importante que se aparte de mí de manera sexual, nada de besos ni metidas de mano. Es algo que debo dejar bien claro. Eso conmigo no va.

Digamos que, me siento como dudosa, le creo solo un poco, pero a la vez tengo mi guardia alta, como ya saben lo que siempre digo, si bajo la guardia me folla por el culo, así de cruda.

El sonido de mi celular me distrae, lo saco y frunzo el ceño al ver el nombre de Diego en la pantalla 

—Dime, Diego —suspiro exasperada—. ¿Necesitas algo?

Un suspiro se escucha al otro lado de la línea, luego de carraspear su garganta habla

—Hola, Sus —duda un poco en llamarme por mi sobrenombre y luego prosigue—. Susana... estoy muy bien —él dice con voz agria—. Gracias por preguntar.

Aparto el teléfono de mi oreja y lo miro con el ceño fruncido ¿Más o menos? ¿Qué le pasa?

—Dime, Diego —le apuro—. No tengo demasiado tiempo. Voy de salida 

Comienzo a recoger mis cosas del escritorio y apago la computadora mientras espero que diga lo que sea que quiere decir.

—Sus... ana —tartamudea—. Bueno yo quería decirte que lo siento mucho por lo del otro día, estaba fuera de mí. 

Escucho que suelta el aire que retenía y yo contesto con todo mi sarcasmo interior:

—No me digas.

—No seas así —farfulla alzando un poco la voz—. Tú no eres una mujer irracional. No te pido que me entiendas, porque sé que no lo vas a hacer, estas demasiado molesta para eso, solo quería ofrecerte mis más sinceras disculpas, estoy consciente que no te mereces ese trato, ninguna mujer merece malos tratos, tampoco lo que pasó. —Hace una pausa—. Fui un inmaduro al dudar de ti y tratarte así. Espero podamos encontrarnos, tomar un café y conversar, por favor.

Focus [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora