22. Para una poca profundidad de campo perfecta: el fondo debe estar difuminado.

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Ojo: Censura Z.

Los días pasan, cuatro meses de embarazo exactamente; sin embargo, no puedo dejar a un lado la tristeza que yace en mi corazón

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Los días pasan, cuatro meses de embarazo exactamente; sin embargo, no puedo dejar a un lado la tristeza que yace en mi corazón. El sentimiento de vacío no se aparta de mi lado. Y mi madre recordándome día sí y día también que Lucca debería estar conmigo, acompañándome en todo momento y en cada revisión. No ayuda para nada.

Mis hormonas tampoco colaboran.

Tengo unas ganas constantes y casi enfermizas de tener sexo. Pregunté a la doctora si era normal, la semana pasada que me tocó revisión, y ella dijo que sí. Que algunas mujeres tienen esa sensación y necesidad sexual; me explicó con detenimiento los cambios hormonales. Ahora no los recuerdo, mi apetito sexual nubla mi juicio.

Hasta me compré un consolador.

Pero tampoco funciona. No es que puedo usarlo mucho, sigo en casa de mis padres y eso me corta un poco los gemidos. En un momento sopesé la idea de salir a buscar sexo por ahí, luego recordé que no soy de ese tipo de chicas y descarté la idea inmediatamente después de ponerme unas bragas de encaje rojas.

En mi mente también surgió la descabellada idea de llamar al padre de mi pistacho, ya saben. Un polvo sin compromiso, así como atraerlo con la idea de que éste encargo no es solo mío y que si quiere hacer algo bien, que se apiade de mis pobres y descontroladas hormonas necesitadas haciéndome el favor. Pero esa idea la deseché casi al instante determinarla de procesar.

Increíblemente no me han dado dolores, no se me han hinchado los pies, no me dan mareos. Además del alto apetito sexual, antojos de cosas extrañas y bueno, cambios de humor fastidiosos. Nada que preocuparse, según mi madre. Quien como dije, es más feliz que niño en Disneylandia con mi embarazo.

Sé que ha hablado con el modelo, estoy bastante segura de eso como también de que le manda foto de los ecos. Cosa que muy en el fondo se lo agradezco, porque yo no he querido nada con él. Si es culpa del embarazo o no, no lo sé ni lo quiero saber.

Es que cada vez que me escribe, me entran unas ganas de vomitar horribles. Y como odio hacerlo, ya hasta evito leer sus textos, los cuales vienen con patéticas súplicas de perdón.

¿Cuándo será el día que los hombres van a entender que las disculpas no se piden por teléfono? Y que: aunque a las palabras no se las lleve el viento, una necesita también la demostración de tal afecto.

No es que espere que venga por mí, porque el que me conoce sabe que lo recibiré con un sartenazo en la cabeza y después lo usaré para fines sexuales, o primero lo uso y después lo golpeo. En este caso el orden de los factores no altera el producto, ¿o sí?

Ya ni siquiera me entiendo. Así que no esperen entenderme demasiado. Quizás piensen que estoy loca o algo así.

Lo digo porque mi madre me tiene la piedra afuera con las acusaciones, me reprende cada que puede y me juzga de que me estoy enamorando de otro hombre y que eso es lo que me tiene así con su "Luquita".

Focus [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora