El nuevo Aaron

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Iba amaneciendo ya. Hace unas dos horas, los dos revoltosos se fueron a dormir pero yo no he podido conciliar el sueño durante toda la noche. Terminé un libro y vi dos capítulos de una serie que no entendí y pasé media hora buscando una manera de llegar al techo por la ventana. En este momento puedo ver la salida del sol y amo como la luz se filtra en cada rincón del jardín e ilumina todo a su paso.

-No deberías de estar en el techo. Es peligroso, te puedes caer y lastimarte, incluso matarte.

Su voz sonó en el silencio sepulcral de la mañana. 

-¿Y a quién le importa? 

Unos pasos se acercaron y detuvieron junto a mi. Por el rabillo del ojo pude ver que se sentó a unos pocos centímetros de mi.

-A mí me importa, no sé que pasaría si ya no estuvieras aquí.

-Yo sé, te importaría un comino y seguirías con tu vida como si yo nunca hubiera existido.

-¿Por qué dices eso?

-Eso fue lo que hiciste cuando murió mi padre, Aaron.

Supe que se quedó sin palabras al saber que eso era cierto; que él se había ido después de lo de mi padre. 

-Eve, no era mi intención. Sólo me sentía mal por haber discutido contigo, ellos me vieron y me invitaron a estar con ellos. Yo... no sé que me pasó. Lo siento tanto.

-El pasado es pasado y no se puede cambiar. 

Me levanté con cuidado y caminé hacia mi ventana cuidando de no tropezarme y caer al jardín iluminado por la luz matutina. Justo antes de entrar escuché la voz de Aaron.

-He cambiado Eve, he cambiado para bien. Yo, simplemente no sé que hacer.

-¿Y eso a mi qué? En el momento que te fuiste te convertiste en un desconocido, tu vida continuó sin mí y la mía sin ti. Y una última cosa, mi nombre no es Eve.

Después de esto, me metí a mi habitación por la ventana y para mi suerte Jo seguía durmiendo.

Suspiré y di la vuelta para dirigirme hacia mi armario.

Veamos, blanco y negro estará bien. Justo antes de meterme en el cuarto de baño una voz habla desde el otro extremo de la habitación.

-Supongo que no tengo derecho a preguntar pero... ¿Qué rayos te hizo el tipo para que prácticamente le llamaras idiota indirectamente?

-Cosas que no son de tu incumbencia.

-Vamos. ¿No confías en mí?

-No, no lo hago. 

Mi celular sonó, salvándome de esa incómodo conversación. Era Connor.

-¡Hola! ¿Cómo está la señorita más guapa del mundo?

-Odiándote por haberme dejado sola en la presentación.

-Lo siento mucho. Mira por tu ventana.

Hice lo que me dijo y ahí estaban todos incluso Connor. Colgué y me dirigí hacia abajo aún sabiendo que estaba en pijama. Cuando salí prácticamente corrí hacia los brazos de Antony, hijo del tío Antoine, en consecuencia, mi primo. Fui abrazando a cada uno, uno por uno. Antes de darme cuenta, ya estábamos en la sala diciendo puras tonterías.

Las vueltas de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora