Capítulo 1.

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*Narra Addy*

Siento un cosquilleo en la nariz. Inconscientemente la muevo haciendo gestos un tanto ridículos en mi cara. Aún con los ojos cerrados levanto un poco mi cabeza y restriego mi cara en la almohada. Tengo un montón de mechones alborotados cubriéndome y al entreabrir los ojos apenas logro ver nada. Los voy abriendo poco a poco. Está todo borroso. Me aparto unos cuantos mechones, saco los brazos por encima del edredón de pluma y los dejo caer en el colchón, haciendo ruido con dichos rebotes. Miro al techo, parpadeo forzosamente y abro los ojos como platos, intentando recobrar una visión clara. Los restriego con mis manos, mis uñas seguramente no sean lo más higiénico del mundo ahora mismo. Miro hacia el ventanal, las cortinas dejan escapar unos rayos de luz, no muy claros, la verdad. ¿Qué hora será? Me juego lo que sea a que serán las dos. 

Estiro mi brazo por toda la mesita de noche buscando mi móvil. Ahí no está. Ugh. Empiezo a buscar entre las sábanas, debajo de la almohada, nada. Me estoy desesperando. Entonces recuerdo que llevo la misma ropa puesta de anoche, y llevo la mano al bolsillo derecho de mi vaquero. Genial. Tendré todas las marcas de la cintura del pantalón en la piel. Parece que me hayan cosido tras haberme intentado comer un dinosaurio. 

Las 14:21, lo que yo te diga. 

Mi garganta está seca, necesito beber algo ya. ¿Hambre? Se podría decir que no mucha, pero una hamburguesa con queso seguro que entra a la perfección. Vamos a arreglarnos un poco. Quien dice arreglarse, dice intentar parecer normal y no estar con resaca. 

*Narrador*

Ross se hallaba en el hall votando un balón de extremo a extremo. Tenía cara de aburrida, no asomaba ningún niño con quién jugar. 

—¿Qué ocurre, Ross? ¿No te he dicho ya varias veces que no quiero que votes el balón aquí dentro?–la dijo Richard, uno de los recepcionistas, sin apartar la mirada de la pantalla del ordenador. 

—Pero ¿por qué? Si no hay nadie...

—Ese es el problema, que no hay nadie, y si encima entra un ''alguien'', y ve que dejamos a una niña jugar con un balón como si estuviera en su casa...¿no crees que tendremos menos posibilidades aún de que haya alguien?

—Pero es que es mi casa. –murmuró Ross a la vez que cogía el balón en el aire y lo aferraba contra sí. 

Richard la miró a los ojos, a esos ojos azules y grandes que destellaban inocencia y sinceridad. La mirada de una niña pequeña. Con una pequeña capucha azul que caía hacia atrás al tener esa mirada hacia Richard detrás del mostrador. 

—Está bien. Vete a comer. Gabriella te estará ya esperando en el comedor. Si me dice que te lo has comido todo, jugaré contigo. 

—¿De verdad? 

—Aham. 

—¡Vale!–y tiró el balón al lado de Richard para no tener que llevarlo consigo. Salió corriendo en busca de la puerta del comedor. – ¡Te quiero Richard! 

''Y yo a ti''–Richard suspiró cabizbajo dando vueltas al bolígrafo que ahora sostenía entre sus dedos. 

En ese momento se oía una especie de galopeo por las escaleras, venía desde lo suficientemente lejano para oírse con tal eco. Richard dirigió su mirada hacia las escaleras, esperando a que ese estruendo de pasos se acercara más y más.  

—Aquí llega la heredera del trono–dijo en un tono melódico Poppy, otra recepcionista que apareció en ese momento por la puerta de atrás, de una de las oficinas. 

Richard y Poppy esperaron abotargados apoyados en el mostrador a que apareciera la creadora de aquellos pasos rítmicos. 

Addy agarrada de la barandilla se dejó caer desde el último escalón de la escalera anterior, hasta el primer escalón de ésta última ráfaga de escalones que le quedaban por bajar. Como si estuviera en una barra de stripper. Pero no con esos ideales. 

One More Night (One Direction) Una noche másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora