Los ojos de Itachi estaban puestos en aquel chico que se recostaba con total confianza en aquel sofá. Para Itachi, aquello sólo era un indicio de la desfachatez y caradura que tenía ese chico, algo que le hizo sonreír. Estaba acostumbrado a salirse con la suya o por lo menos... a hacer lo que él quería. Pensaba que podía conseguir todo lo que se propusiera.
- Por favor... ponte cómodo – agregó Itachi con desdén.
- Ya estoy cómodo, gracias – dijo con sarcasmo Deidara mientras se recolocaba mejor en el sofá.
Por un momento, Itachi volvió a sonreír dándose cuenta de lo que le había caído encima con aquel chiquillo descarado. Iba a ser complicado tratar con él pero no tenía más remedio. Se sentó en el sillón frente a Deidara y lo observó mirar todo el despacho. Se había centrado en los títulos de sus estudios y en las medallas que había conseguido en su juventud en los diferentes deportes que había practicado.
- ¿Cómo acaba alguien tan joven dirigiendo una prisión? – preguntó Deidara.
- ¿Esperabas a alguien mayor?
- Sí – dijo Deidara sin pelos en la lengua – esperaba algún vejestorio a punto de jubilarse.
- Pues ya ves que no.
Deidara volvió a perder sus ojos en los cuadros del despacho. Desde allí tumbado en el sofá, casi podía ver el recorrido de aquel chico frente a él. Tan sólo tendría unos cinco o seis años más que él, quizá algo más, pero él tenía un brillante futuro. Había tenido la posibilidad de estudiar, de realizar sus sueños, en cambio... allí estaba Deidara, frustrado, sin sueños ni esperanzas, siendo tan sólo un esclavo a disposición de las exigencias de su jefe. Sólo era como un pájaro enjaulado, un pájaro al que le cortaron las alas demasiado joven.
- ¿En qué piensas? – preguntó Itachi al verle tan decaído y a la vez pensativo.
- En que me aburro – dijo evitando contarle la verdad de sus pensamientos - ¿Por qué estoy aquí? ¿No se supone que esto es como una clase para la reinserción? Ni siquiera sé lo que significa eso. ¿Es algo así como reeducarme para que sea un ciudadano excelente?
Itachi sonrió ante aquello, sin embargo, Deidara se incorporó quedándose esta vez sentado para poder enfrentar mejor la mirada de aquel moreno. Aquellos ojos tenían algo especial, eran hipnotizantes y cuando le miraba fijamente, casi podía percibir como si ese chico frente a él tratase de indagar todo su pasado. Deidara apartó la mirada al instante evitando así sentirse intimidado.
- Sólo es una evaluación para saber si eres apto o no para salir a la calle de nuevo – le explicó Itachi – tienes seis meses por delante para reeducar tu conducta.
- ¿Crees que eso funciona? – preguntó Deidara con una sonrisa - ¿Crees que porque un día venga aquí y te diga que no volveré a delinquir estoy listo para salir? Por favor... eso podría hacerlo cualquiera.
- Tendrás que convencerme de que no quieres volver a delinquir, eso es lo complicado de esto.
- No me conoces – sonrió Deidara levantándose y apoyando sus manos sobre las rodillas de Itachi para acercar su rostro al del moreno con un toque seductor. Itachi permaneció en el sitio – puedo llegar a ser muy persuasivo – susurró cerca de sus labios sin tocarlos.
- Y yo muy complicado de persuadir – dijo Itachi con una sonrisa – te recomendaría que volvieras a tu asiento, conmigo no funcionan estos trucos.
- Aburrido – sonrió Deidara marchándose hacia atrás y dejándose caer una vez más sobre el sofá – creí que quizá podríamos haber aprovechado estas ridículas sesiones donde tratas de psicoanalizarme para hacer algo más... divertido.
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Perro prisionero (Naruto, Itadei)
FanfictionDeidara es un muchacho de diecisiete años que trabaja para la mayor banda criminal, los Yakuza. Tras ser capturado por la policía acaba en la prisión de Tokyo. Ser el nuevo y encima tan joven, le traerá más de un problema en la prisión, pero pronto...