Capítulo 20: Una vida.

3.4K 388 190
                                    

El autobús seguía detenido en la estación. Deidara ni siquiera miraba a la gente que aún estaba subiendo, más bien se había fijado en los carteles luminosos de los altos edificios, esos paneles que seguramente no volvería a ver. Tan sólo quería perderse en algún pequeño pueblo, alejarse de la ciudad, desaparecer frente a la vista de todos. Quizá en un pueblo pequeño encontrase el amor, o algún pequeño trabajo con el que mantenerse. El alquiler de las casas también sería más barato que en la ciudad... tan sólo buscaba ahora sobrevivir y aniquilar aquel sentimiento que había desarrollado por Itachi.

La carta seguía dando vueltas en sus manos. No quería mirarla para evitar tentaciones, pero aun así, le llamaba la atención abrirla y saber qué decía. Apartó la vista de los carteles luminosos y miró entre la oscuridad del autobús aquel sobre. Era de noche y apenas se veía nada. Jugó con la apertura de la carta, intentando abrirla y, a la vez, echándose hacia atrás evitándolo. Finalmente, armándose de valor, rompió la parte de arriba y la abrió.

Pesaba un poco, tanto, que al volcarla cayó una llave sobre su mano junto a un pequeño papel blanco. Todo era muy extraño, nunca se habría imaginado algo como aquello. Suponía que podría ser una despedida o incluso instrucciones de su abogado, pero una llave... tampoco entendía ni el motivo de aquello ni de dónde podía ser esa llave. Esperaba que la nota fuera más explicativa a ese acontecimiento.

"No puedo vivir sin ti. ¿Te vienes a vivir conmigo?"

Aquello hizo que Deidara dudase unos segundos y, al momento siguiente, alzase la mano hasta su boca tapándola con suavidad mientras unas lágrimas salían de sus ojos. Para aquel entonces, alguien se sentaba a su lado, el que sería su compañero de viaje. No quiso girarse a mirarle para que no viera aquellas lágrimas que desprendían sus ojos, pero al escuchar la profunda voz hablándole, no le quedó más remedio que girarse sorprendido.

- Entonces... ¿Qué respondes? – preguntó Itachi a su lado.

- ¡Dios mío! – susurró Deidara aún llorando con la llave en su mano.

- ¿Eso es un sí o un no? – preguntó.

- ¿Cómo...?

- ¿Cómo sabía que estabas aquí? Mi hermano es tu abogado, sabe dónde estás en todo momento, debe saberlo para testificar a tu favor ante el tribunal. Aún estás vigilado.

- ¿Por qué no me lo dijiste antes? – preguntó Deidara – creí que no te importaba. He estado meses esperándote, perdiendo lentamente la esperanza de volver a verte.

- Eras menor de edad. No podía arriesgarme pero hoy es tu cumpleaños. Bienvenido a los dieciocho – sonrió Itachi – ninguna ley puede impedirme ahora estar contigo. Feliz cumpleaños – le dijo sacando una rosa roja para entregársela.

Itachi observó en silencio entonces cómo aquel chico seguía derramando lágrimas, cada vez con mayor intensidad a la vez que trataba de parar ese llanto y ocultar sus ojos tras la palma de su mano. Aún llevaba la llave en la otra mano, cogida con fuerza como si pudiera perderla en cualquier momento y se negase a ello.

- Me gustaría vivir contigo – repitió Itachi – te quiero, Dei, quiero estar a tu lado y sé que soy un egoísta a veces, testarudo y algo imbécil pero... me he enamorado de ti. Nunca pensé que me ocurriría algo así pero... estoy enamorado y si tengo que irme a Hokkaido contigo, lo haré.

- Sí que eres imbécil – dijo entre llanto Deidara – eres un maldito imbécil pero... también me enamoré de ti. No puedo creer que consiguieras enamorarme, sólo... sólo eras un idiota egoísta.

Perro prisionero (Naruto, Itadei)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora