CAPÍTULO 26
Nicholas
Sam habla de los proyectos y temas jurídicos que Greg debe preparar para el viaje que deben realizar para una posible negociación en Japón y así de a poco ir ingresando a O'DonIngenier en el negocio asiático, pero hay algo extraño en ella. En ella y en Edward.
Mi mejor amiga nunca ha sido fan de los hermanos, sobre todo de Edward porque, aunque lo niegue sé que le gusta discutir con Greg. Pero el día de hoy la tensión entre ellos sobre pasa todo. Hasta en el aire se presiente la molestia de Sam cuando incluso él le habla. Yo conozco demasiado bien a esta mujer así que sé perfectamente que algo pasó entre ellos los días que he estado ausente por cuidar de Saimon.
—La reunión con el encargado de BalthGroup en Asia es en tres días. Son catorce horas de vuelo. Así que deben viajar mañana mismo.
—Eso ya está listo —habla la secretaria de Edward—. Las tres reservaciones, hospedajes, transporte. Todo.
—Gracias, Kathe.
—Bien si eso es todo —hablo—, creo que yo me retiro.
—Nicholas... —Edward me habla— hay algo que quería preguntarte —espero a que hable—. Me gustaría poder tener una reunión, o al menos una llamada con el presidente de BalthGroup. Creo que es necesario.
Entrecierro los ojos por su repentina petición. Desde un principio sé que ellos han buscado información sobre BalthGroup y sobre todo de sus dueños, pero Sam ha bloqueado cada uno de sus intentos y por un momento pensé que se habían rendido.
—Cuando llegue el momento, yo mismo te lo presentaré —respondo antes de salir porque necesito ir con Saimon.
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Bajo del auto a penas Sam estaciona y entro a la casa, lo primero que hago después de dejar mi maletín en la mesa del comedor es ir a la sala donde improvisamos una cama para que Saimon descanse. Rodrigo aun con su pierna enyesada vino esta mañana a quedarse con él para que yo pudiese ir a la oficina y el chico me saluda desde uno de los sofás donde está sentado mientras seguro estudia en su computadora.
—Hola, Rodrigo.
—Oh, hola señor Nicholas.
Me acerco rápidamente a mi perro que hace ademán de levantarse cuando se percata de mi presencia, pero gime al hacer el esfuerzo.
—No. No te muevas amigo —me siento a su lado en el suelo y dejo que llene mi rostro de saliva poque pasa su lengua por él. Una vez se calma se echa dejando su cabeza en mis piernas y yo solo me acomodo para descansar mi espalda en la pared.
—Creo que lo había echado de menos. Estuvo bastante inquieto por la mañana, pero luego de su medicamento se calmó un poco.
—Gracias por cuidarlo —acaricio el lomo de Saimon aprovechando de revisar sus vendas, me alegra ver que no están manchadas y que no ha tratado de quitárselas—. ¿Tú estás bien?
—Sí. Mañana tengo cita con el médico, va a revisar si ya me puede quitar esta cosa —toca su yeso.
—Yo puedo llevarte —Sam llega hasta nosotros y se sienta a su lado.
Sonrío porque sé que entre ellos algo pasó. El accidente al menos sirvió para que Sam se diese cuenta de lo importante que era para ella este chico. Aun no confiesa lo que sea en lo que estén, pero sé que Rodrigo no es uno más de los hombres con los que ha estado. Él será importante y eso me alegra.
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La reunión termina por mi parte y Edward y sus demás socios se centran en lo que compete respecto a su empresa. Debo disimular porque sé perfectamente lo que quiere tratar con sus socios. Algunos de ellos están vendiendo su parte de la empresa. Y yo sé perfectamente quien es el comprador. Pero eso es algo que él debe ser el último en enterarse.
Lo planeado está casi terminado. Cuando llegue el momento, con solo una llamada mía recuperaré todo lo que se llevaron.
Samantha y Thomas que también salen de la sala de juntas porque lo que se hable ahí no es problema nuestro —o eso se supone—, se quedan hablando y yo voy a mi oficina. Me sorprende porque cuando llego Alice recibe un enorme ramo de rosas blancas y rojas. Pero no solo el ramo es impresionante también lo es quien lo trae. El repartidor es un chico tan alto que seguro ronda los dos metros, se nota fornido y sus ojos son de un intenso color negro.
—Ese hombre está loco —es lo que Alice susurra mientras deja la tarjeta sobre su escritorio y firma lo que el chico le pide.
Solo porque me da curiosidad ver quien le envió dicha cosa tomo la tarjeta cuando llego hasta ellos para leer mientras el chico se despide y se va.
—Darren... —leo— No sabía que era así de romántico.
—Ayer me llamó para preguntar cuando volvería. Me molestó tanto el tono mandón en que me habló así que le dije que estaba pensando en irme contigo a España y le corté.
—¿Sabes, Alice? Creo que Thomas tiene razón. Darren está loco por ti.
—No digas tonterías. Ese hombre solo ama su empresa y su gato. ¡Oh! Y sus autos, sí definitivamente ama sus autos.
—¡Que lindo! —Samantha y Thomas llega. Sam que ama las flores corre a ver el ramo.
—¡Uy! Darren —Thomas lee a mi lado la tarjeta que aun mantengo en mi mano— Rosas blancas y rojas... —dice pensativo—. Las rosas rojas hablan de pasión, amor y admiración. Las blancas hablan de estabilidad y enlace para el comienzo de una nueva etapa.
—¿De dónde sacaste eso? —pregunto y el muy tonto se encoje de hombros.
—Alice debes hacerme caso. Darren quiere romper sus reglas contigo.
—Será mejor que se vayan a casa. Dejen de molestar —Alice recoge sus cosas y aduras penas el enorme ramo y se va.
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Todo de mí. PRONTO EN FÍSICO
Non-FictionEdward O'Donnell ha construido un pequeño imperio a partir de herir el corazón de la persona que ama y de paso el suyo. O'DonIngenier, la empresa que sacó de las cenizas solo para tener el privilegio de echar a los hombres que habían causado la desg...