Vacaciones

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R: «¡No!»

H: «Pero...»

R: «No se hable más, ¿me entiendes? Todavía eres legalmente mi hijo, ¡YO estoy a tu cuidado, YO decido lo que harás en tu semana de vacaciones!»

Regina sabía esconder su sangre fría bajo toda circunstancia, sabiendo que las apariencias eran primordiales, muy pocas veces había perdido el control, y aún más en público. Y todavía más cierto con su hijo, sobre todo en estos momentos.

Desde la aparición de su madre biológica, Henry estaba insolente, se fugaba y mentía. Tiene la impresión de que esos diez años de educación, de atención y de amor han sido barridos como arena al viento. Siente un odio salvaje hacia Emma Swan, por un lado, por haber entrado en su vida y por otro, por no querer salir.

Vaya idea: dar a luz mientras expiaba una pena en prisión, abandonar al niño y de repente volver, diez años más tarde, y exigir conocer al niño. Era idiota, estúpida y terriblemente insoportable, pero comprende que ponerse a la joven en contra alejaría aún más a Henry. Entonces, había enfundado las armas y ha tolerado su presencia en el pueblo, como sheriff, pero rechaza categóricamente que el tema «Emma Swan» sea abordado en casa.

Así, cuando la semana de vacaciones de Henry llega, este tiene una idea muy precisa de lo que quiere hacer, pero al compartir su idea con su madre, choca contra un muro de objeciones:

H: «Pero, ¡yo quiero pasar tiempo con ella! ¡Es mi madre, mi verdadera madre!»

R: Henry, si continuas con eso, te inscribo en algún curso de recuperación durante las vacaciones. Porque si piensas que la llegada de miss Swan es beneficioso para el pueblo, créeme, está bien lejos de serlo para tus calificaciones»

Henry tuerce el gesto ante este comentario más que evidente: ocupado la mayor parte del tiempo en la Operación Cobra, había dejado un poco de lado sus clases y sus notas se habían resentido...

Él se hunde un poco más en el sillón, cruzando los brazos. Regina, delante de él, derecha como un palo, lo mira fijamente. Ella había perdido numerosas batallas, pero esta vez, no dará su brazo a torcer: fuera de toda discusión que durante su semana de vacaciones, su hijo lo pasase con su madre biológica, no ¡ni hablar!

H: «¡No quiero quedarme aquí, encerrado una semana!

R: «No será así»

H: «¿Ah, no?»

R: No, yo... he previsto algo especial»

Henry se queda dudando. Su madre detesta las sorpresas: recibirlas y darlas, entonces, planificar algo «especial» para esos días de vacaciones... Se imagina lo peor. Pero lo que vino a continuación lo es más:

R: «Además, tan especial que te dejo toda la tarde de hoy para que estés con ella. Vuelve a las 21:00»

H: «¿De verdad?»

R: «Ve a prepararte, salimos para el colegio en diez minutos»

Ni unas gracias ni un gesto de cariño, Regina se había acostumbrado cruelmente a la actitud de su hijo desde la llegada de miss Swan. El humor, el comportamiento y la atención de su hijo habían cambiado y todo se dirigía hacia esa mujer. ¡Cómo duele pensar que él prefiere estar con esa mujer, una desconocida que no había dudado en abandonarlo desde su nacimiento, más que con la mujer que lo había adoptado cuando apenas tenía tres semanas y que había prestado atención a todos sus necesidades hasta ahora, dándole todo lo que necesitara: una bella casa, bonitos juguetes, ropa de calidad...!

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