Juntos

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Por la noche, toda huella de la tormenta parecía haber desparecido: ni lluvia, ni viento, ni truenos o relámpagos.

Regina abre los ojos y siente un peso sobre su torso, algunas mechas doradas le cosquilleaban en la barbilla: Emma había tomado su pecho como almohada, uno de sus brazos, posado tiernamente sobre su vientre. Regina puede escuchar la dulce respiración de la joven. Y es en ese momento que comprende que ella quiere este tipo de mañanas para el resto de su vida...

Emma se mueve despacio y refunfuña antes de alzar la cabeza y cruzar la mirada con Regina.

E: «Buenos días...»

R: «Buenos días»

E: «Hm...He dormido bien»

R: «Quién lo hubiera creído dado el estado que traías cuando viniste anoche»

E: «No es divertido...»

R: «Oh, pero yo no me estoy riendo»

E: «De todas maneras, gracias... Gracias por no haberme rechazado»

R: «¿Por qué te habría rechazado?»

E: «No sé...Con todas esas alusiones que hice: en el lago, en la ducha... Habrías podido creer que venía para insistir...»

R: «Oh, ya veo...pero en lugar de eso, me has pedido mi apoyo y te lo he dado. Y...me ha gustado sentirte cerca de mí»

Emma se endereza y la besa dulcemente. ¡Dios, ella amaba a esa mujer!, ¿cómo no lo había visto antes?

E: «...La tormenta se ha ido... Debería volver a mi habitación... Después de todo, no son más que las cuatro de la mañana...»

R: «Sí...Pero...Me gustaría que te quedases»

E. «Sabes de lo que soy capaz...» dice ella casi con un tono amenazador como dejándole una última oportunidad para cambiar de opinión.

R: «Estoy segura» le dice acariciándole el cabello.

Emma se siente con las piernas cruzadas y juzga la situación: puede aprovecharse y hacer suya a Regina, pero también puede dejar que la bella morena tome las riendas de la situación y dejarla que ella conduzca por una vez.

R: «¿Entonces? ¿No vienes?»

E: «...»

Regina se incorpora y comprende, hundiendo su mirada en la de Emma, que esta no espera más que su consentimiento. Entonces, toma valor y posa sus manos sobre los hombros de Emma y se deja caer en la cama, atrayéndola hacia ella. Emma, encima, parece hipnotizada por la belleza de Regina que le acaricia el cabello, despejando su cara...A continuación, la besa tan tiernamente como puede, después poco a poco, más fogosamente hasta no poder respirar. Emma se endereza y se quita su camiseta blanca, ofreciendo ante los ojos de Regina su busto desnudo, que ella ya había podido contemplar antes.

E: «Tócame, Regina...»

Sin esperar y porque esta vez no sería Emma quien llevara las riendas, Regina se endereza y se sienta enfrente de ella y lentamente posa sus manos sobre cada pecho: son suaves y blandos... Piensa en las palabras de Emma: es una mujer, sabe lo que funcionará con ella, lo que la hará vibrar, entonces se inclina y deposita una cascada de besos en su cuello, su clavícula, recorriendo su hombro y posándose entre sus senos antes de besar uno de ellos, haciendo nacer un suspiro de satisfacción en Emma.

Ella hunde sus manos en la cabellera morena de su compañera... Dios, ¡cómo de dulces son su labios y hábil su lengua!...Algunos segundos más tarde, Regina se endereza y Emma se apresura en desabotonar su blusa de satén, descubriendo así el pecho perfecto de Regina.

Apariencia de vacacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora