¡Interesantes vacaciones!

2.2K 201 28
                                    


Pero, ¿en qué estaba pensando? ¡Francamente, era pueril y totalmente idiota por su parte! ¿Dejar el pueblo en manos de Sydney Glass por una semana? Y ya que estamos, ¿por qué no a Ruby? Mira el mapa que tiene desplegado sobre el asiento del copiloto: ¿se decidirá algún día a comprar un maldito GPS?

Había logrado conseguir la información que quería, no sin esfuerzo y pagando algunas condiciones, pero ahora, está totalmente perdida. No está en su ambiente, y no se imaginaba por un segundo que debía salir de Storybrooke para encontrarse en Vermont, en Burlington. Como decía Henry, seguramente una segunda casa de Regina.

E: «¡Mierda!»

Pero finalmente, como un faro en medio de la noche más negra, divisa el cartel «Bienvenido a Vermont» y respira contenta: ¡AL FIN! piensa, antes de pararse en el arcén para mirar mejor el mapa: sabe que Regina tiene un terreno al borde del lago cerca de Burlington.

Lanza una ojeada: todavía 34 kilómetros antes de llegar al pueblo que bordea el lago Champlain. Imagina el lugar como un sitio paradisiaco, ornado con los bellos y deslumbrantes colores otoñales, bordeando un lago apacible a través del cual se podría llegar al chalet en barco, a través de una plataforma de madera, como en las películas.

Se imagina también a Henry divirtiéndose e incluso a Regina leyendo un buen libro al borde del agua. Una visión idílica que a Emma le gustaría compartir. Pero ella conoce el temperamento explosivo de la bella morena y en cuanto la vea aparecer por el chalet, le caerá encima una avalancha de reproches, de gritos y otras perlas. Pero ¿podía ella culparla de las dudas sobre su sinceridad con respecto a su hijo...el de las dos? La tomará por una loca seguramente, pero no le importa: no quiere que Regina tome la iniciativa de alejarla de Henry simplemente para hacerle la vida insoportable. Tiene que asegurarse de que él está bien y que no hará nada estúpido con Regina, lo que empujaría a esta última a tomar medidas excesivas.

Ella conduce, más y más, pensando qué inventarse como excusa... Y cuando el cartel de entrada a Burlington aparece, su corazón se estrecha. Tiene antes que nada encontrar un hostal donde dormir, porque es evidente que Regina no le abrirá con todo su corazón las puertas de su chalé.

Como una respuesta a su llamado, ve una señal de B&B en el camino. Para y, extrañamente, la persona que lleva el hostal se parece mucho a Granny.

E: «Buenos días, me gustaría una habitación»

***: «¿Cuántas noches?»

E: «Oh... Resérveme al menos tres noches, ya veré más adelante»

¿Qué espera ella? ¿Qué, una vez la cólera de Regina pasara, la invite a compartir su chalé con su hijo? ¿De verdad? No se imagina a la joven mujer abriéndole sus brazos... Y sin embargo, en lo más hondo de su cabeza, esa visión ideal de los tres, serenos, felices, sin riñas ni discusiones, sin tomas de poder o ataques verbales...

Coge la llave y sube a la habitación. Se deja caer en la cama: dos días habían pasado antes de que decidiera reunirse con ellos sin conocimiento de estos. ¿Qué se le había pasado por la cabeza? ¿Miedo de estar alejada de su hijo? ¿O miedo de que él no renuevara los lazos con su madre adoptiva? ¿O alguna otra cosa que ella todavía no ha considerado...?

R: «¡Henry, ten cuidado!»

H: «No pasa nada, me las apaño»

Regina no está completamente tranquila: un inmenso lago, y su hijo que apenas sabe nadar en la orilla. Desde que había visto el pequeño velero anclado en la plataforma, había suplicado a su madre para que lo dejara subir. Ella, no sabiendo nada de navegación, pide a un lugareño que inicie a su hijo. Y allí está, vestido con un chaleco salvavidas, parece contento sobre ese velero, lo que satisface a la joven mujer que no le quita los ojos de encima.

Apariencia de vacacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora