¡No me toque!

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Habría querido quedarse en la cama... Enroscarse bajo la manta todo el día. Pero el sol había decidido otra cosa... Se había acostado tan precipitadamente anoche que había olvidado cerrar las cortinas.

Saca apenas la cabeza de debajo de las sábanas, algunas mechas morenas se escapan del cobertor. Ha dormido mal, muy mal. Es más, no ha cerrado los ojos en toda la noche, repasando lo que había pasado la víspera: no ha soñado, Emma le había cogido la mano. ¿Gesto desafortunado o premeditado? Ni siquiera había tenido el ánimo de preguntarle, prefiriendo huir como si fuera ella la culpable, la que había actuado mal... Pero, ¡no había sido ella!

No había sido ella quien le había acariciado la mano... Pero, ¡por Dios! ¿En qué estaba pensando? ¡Todo iba bien, todo se arreglaba por fin! Tenía a Emma en mejor consideración que antes y ahora... Todo ha sido barrido con un gesto...de la mano.

H: «¿Mamá? ¿Estás despierta? ¿Mamá?»

Ella se incorpora y mira el reloj: 09:34. No tiene por costumbre quedarse tanto tiempo en la cama, normal que su hijo que preocupe.

R: «Yo...ya voy»

Escucha los pequeños pasos de su hijo bajar las escaleras. Se obliga a salir de la cama y tomar una ducha casi helada.

E: «¿Qué hace?»

H: «¡Ya viene!» dice Henry antes de sentarse en la taburete de la barra de la cocina.

E: «Toma, tu chocolate. ¿Quieres tortitas? No, espera, queda pastel de frutas»

Le corta un trozo y se lo está dando cuando Regina desciende, con un gesto gruñón en el rostro. Evita cuidadosamente su mirada, prefiriendo hundirse en su taza de café bien caliente.

E: «Buenos días»

R: «Buenos días» replica sin mirarla

Henry siente que algo no va bien entre ellas, pero lo deja correr, al menos el tiempo de acabarse el desayuno.

H: «¿Qué hacemos hoy?»

E: «¿Regina?»

R: «Hm. ¿qué? No lo sé, Henry... Todavía estás resfriado, deberías quedarte en casa»

H: «Oh... Pero me siento mejor, y ¡hace buen tiempo! ¿Podemos dar un paseo por los alrededores del lago?»

E: «A mí me parece bien, ¿Regina?»

R: «Sí, vayan a pasear»

H: «¿Tú no vienes?»

R: «No, no tengo ganas de salir...»

Emma sabe que solo hay una razón que haga que Regina le deje a su hijo... Y ella se culpa de ello.

E: «Regina...»

R: «Bien, os dejo marchar...»

Ella deja la cocina, su taza de café a medias

H: «¿Qué has hecho esta vez?»

E: «¿Cómo "esta vez"? ¿Y por qué sería mi culpa?»

H: «Ayer todo estaba bien: nos divertimos mucho hasta el momento de irme a dormir. Y esta mañana, ni siquiera os miráis... Sin embargo, todo iba bien» dice él disgustado.

E: «Hey, chico, nos es mi cul... Ok, ok, me salió mal una cosa, pero no lo hice adrede»

H: «¿Qué hiciste?»

E: « Eso no te atañe»

H: «Sabes, tengo diez años, no soy tonto»

E: «Bah, veamos... Venga, ve a vestirte, voy a hablar con tu madre... Si no nos ves en cinco minutos, ¡llama a la policía!» dice ella guiñándole un ojo.

Apariencia de vacacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora