No es difícil enamorarse de MinSeok si se es LuHan. No hay muchas respuestas a cuestionamientos complicados ni crucigramas enredados a los que encontrarles solución. Es simple y llanamente claro. Ahí está;
Es fácil enamorarse de MinSeok si se es LuHan.
No es porque sea atractivo, que claramente sí lo es, pero tiene que ver con más.
Con el hecho de cómo le sonríe, y cómo toca el hueso de su hombro izquierdo en un saludo a las bancas de los vestidores todos los miércoles por la tarde a las 5 pm, y los viernes a las seis. Sin preguntarle nunca un "¿Cómo estás?"
(Lo que resuelve su vida, por cierto, porque a esa pregunta sólo se responde con un "Bien" y Bien es claramente como LuHan no está.)
Así que LuHan sorbetea su sopa de res sin sentirse mentiroso, y sintiendo su corazón latir con desvaríos, viendo como el ceño del mayor se frunce en una regañada, tal vez, a otro chico menor del equipo en la mesa deportiva de costumbre.
Es su primer año en el club de soccer, tiene 18 recién cumplidos, último año de preparatoria, y LuHan se arrepiente de no haberse integrado antes.
Es a la primera semana del inicio de clases en marzo, que un balón se escapa de la cancha de juego y termina estrellando contra su cabeza. LuHan cae al piso, un poco atontado, tras su primer desastroso recorrido por las instalaciones.
El pecho se le comprime, los oídos le zumban un poco, pero quizá todo vale la pena cuando un muchacho de mediana estatura, con su corto cabello trenzado, corre a su encuentro con exagerados; "¡Ha sido un accidente! ¡Lo lamento tanto, tanto!"
—Descuida. —Dice LuHan, un poco tartamudeando (aunque la verdad no recuerda) pero lo más probable es que sí.
Apenas le sale la voz cuando intenta juntar sus migajas de orgullo, sus migajas de dignidad desquebrajadas y regadas por todo el húmedo césped de ese fin de invierno, en un intento de ponerse en pie.
El chico entonces le sonríe, de esas sonrisas colisionantes y aturdidoras, y LuHan se pregunta cómo puede sonreír cuando pronuncia "Creo que he roto tu nariz."
—¿Así es que tú has pateado? —Se sorprende cuestionando el alto, porque el impacto fue tan chocante e impetuoso como para tratarse de aquel diminuto muchacho.
El desconocido, en cambio, simplemente carcajea entre mejillas sonrojadas por el cansancio y sudorosas por el entrenamiento, tendiéndole una mano al frente para ayudarle a levantar.
—Te llevaré a la Enfermería.
LuHan nota como la sangre fluye por su rostro, nítida y espesa, y aunque se niegue con un "No es necesario" en serio que no (porque de verdad que no duele, tanto) MinSeok le responde con un autoritario;
—Sí lo es.
Ese es el día en donde el alto descubre que MinSeok no escucha negativas ni se somete a contradicciones, porque su palabra de cierta forma es ley, y LuHan se ve obedeciéndole sin pronunciar ya más nada.
Así que LuHan acepta su mano, acepta su pañuelo, y se ve caminando a su lado por los pasillos de la preparatoria con el pecho del uniforme empapado en sangre.
—¿Otro más, MinSeok? —Es lo primero que suelta la enfermera cuando el par de chicos abren la puerta, entrando sin siquiera tocar o pedir permiso. —¿Qué te he dicho sobre tus métodos cavernícolas de entrenar a tu equipo?
MinSeok vuelve a sonreír, y LuHan se pregunta si hay algún momento en donde deja de hacerlo.
—Fue un accidente, mamá. ¿Cierto? —Pregunta lo último hacia un sorprendido LuHan por el "mamá". Pero MinSeok, en cambio, no espera respuesta, sino que se sienta a un lado viendo trabajar a la mujer. —¿Seguro que no hay que cauterizar? Sangra mucho.
—Sangra lo normal, MinSeok.
—¿Y qué es lo normal?
—Estoy bien. —LuHan interrumpe y es recién allí que ambas figuras le observan. La mujer le sonríe, pero su sonrisa no es tan maravillosa como la del muchacho a su lado, se piensa LuHan.
—¿Ves que está bien, hijo? Es un chico joven y un pelotazo no lo va a matar.
LuHan se pregunta, entonces, (netamente por curiosidad) si MinSeok se parece a su padre.
(Por desgracia, LuHan se parece a ambos.)
—¿De verdad está bien? ¿Estás bien? —Pregunta lo último directamente hacia el alto quien contiene motas de algodón en cada agujero nasal.
—Lo estoy.
MinSeok rompe en risas, de esas carcajeantes y despampanantes, porque la voz de LuHan se oye gangosa, pero LuHan no lo nota, y se pregunta entonces qué está mal. La mujer, en cambio, parece comprender, y con una sonrisita amena se aleja un poco a ordenar, a limpiar, a mover cosas rutinarias en esa pequeña salita de enfermería.
«¿Otro más, MinSeok? ¿Qué te he dicho sobre tus métodos cavernícolas de entrenar a tu equipo?»
LuHan se pregunta si el chico es alguna clase de rufián que envía al hospital a cada enclenque que no obedece sus órdenes o simplemente no le simpatiza. Algo que no parece calzar con su perfil.
Pero en cambio, lo que su boca formula es algo un tanto fuera de lugar, y quizá algo vergonzoso entre dos desconocidos;
—Yo juego muy bien al fútbol.
Ambos se quedan mirando, espesos segundos, y es a la nueva risita de MinSeok que el alto se sonroja.
—M-Me refiero a que, ¿Tú eres el capitán del equipo, no? Lo ha dicho tu madre, "tu equipo".
—Sí, lo soy, ¿Por qué?
(A LuHan le cuesta creerlo.)
—Yo juego muy bien al fútbol. —Reitera, entonces, lleno de convicción.
MinSeok le mira, una vez, y otra vez, y vuelve a parpadear, y LuHan se pregunta si esa curva de pestañas que delinea sus párpados, lleva consigo acaso un final. Medias lunas similares a la madrugada, espesas y salvajes, holocausticas y burdas, semejantes a un caótico crepúsculo.
Dientes asomándose entre labios, y comisuras elevándose en lo alto, cuando el chico se levanta, se dirige hacia la puerta, y tomando del pomo, le lanza una última mirada como despedida.
—Este viernes hay audiciones.
LuHan se sorprende sonriendo, y es horrible, y desastroso, al mismo nivel de lo maravilloso que resulta siempre ser.
(LuHan, quizá, sólo necesita migas de esperanzas a las que aferrarse con desespero para no sentirse un desperdicio en el mundo.)
—Por cierto, soy LuHan.
MinSeok cierra la puerta al marcharse, y LuHan siente un revoloteo bajo que altera su cuerpo.
El alto se pregunta si es a causa del golpe, del shock, algún trauma tal vez. Pero la respuesta está, quizá, días más tarde, cuando el mayor se convierte en algún destello relampagueante de luz, como noctilucas y candelas, alguna chispa de mar para el gran océano en oscuridad que siente ser.
—Prometo entonces no volverte a romper la nariz, LuHan.
Es fácil enamorarse de MinSeok si se es LuHan.
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INCORDIO [XiuHan/LuMin] FINALIZADO
FanficDe que Lu Han ve en Minseok todo lo que Minseok no ve en él. • AU!Romance, angst, high school •Resubido, original 2015 en amor-yaoi