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Algunos días más tarde.

Aquella noche, antes de que comenzara a llover torrencialmente, o más bien incluso una décima de segundo tras haberse oído el primer trueno, Merry corrió a nuestra habitación. Se escabulló entre las sábanas y miró a su padre, quien permanecía de pie junto a la puertaventana que llevaba al balcón.

Eddie solía disfrutar de ver la lluvia, pudiendo pasar horas en silencio sin que nada lo alejara de su ensimismamiento, ni pudiera privarlo del placer que le generaba aquella actividad. No obstante, en cuanto oyó a Merry entrar se abstrajo de sí mismo instantáneamente y nos sonrió antes de comenzar a murmurar, a modo de canción de cuna, aquella que sabía la predilecta de su hija por sobre todas las demás:

—Her hair remind me of a warm safe place, where as a child I'd hide and pray for the thunder and the rain to quietly pass me by. Sweet child of mine, sweet love of mine*—Merry se acurrucó a mi lado, sostuvo mi mano como solía hacer en oportunidades como aquella a pesar de que esa tormenta en particular no pareciera asustarla, y al apoyar su cabeza sobre mi vientre, me sonrió. 


*Su cabello me recuerda a un lugar cálido y seguro, donde como un niño me escondería, y rezaría para que el trueno y la lluvia pasaran de largo silenciosamente. Dulce niña mía, dulce amor mío.

Dulce niña mía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora