Capítulo 2

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Nunca pensé que aquella cueva pudiera pertenecer a Tori, pero la gruta que tanto me había llamado la atención era su hogar. Estaba bastante bien organizado para ser una polvorienta gruta bajo tierra. Cuando nos sentamos en unas cómodas hojas apiladas, Tori encendió unas cuantas antorchas lanzando un par de esferas de fuego. Mi hermana tomó asiento junto a Yugo y nos miró a todos y cada uno de nosotros.

-Vosotros decidís, cuento lo que sé sobre Yugo y los Selatrop primero, o lo que me ha pasado a mí estos años, y la explicación por la que estuve a punto de matar a Tristepin.

-Tenemos tiempo de sobra así que sería interesante conocer la segunda opción-objetó Ruel.

Un tanto avergonzado, me encogí y le dediqué una mirada culpable a Eva, que me observaba sorprendida.

-Tienes todo el derecho a juzgarme cuando acabe de contar nuestra historia-le susurré a Evangelyne.

Ella negó con la cabeza y puso una mano sobre mi hombro.

-Eso lo hiciste en el pasado, importa lo que hagas ahora, así que no te martirices.

Yo asentí, no muy convencido. Tori se aclaró la garganta.

(Creo que es hora de pasarte el relevo, hermanita)

-Empezaré dejando claro mi nombre completo: Torilenda de Percedal, y soy la medio-hermana de Tristepin. Tenemos el mismo padre, pero mientras que su madre fue una Yopuka, la mía fue Selatrop.

-¿Qué tu madre fue una Selatrop?-exclamó Yugo.

Yo asentí.

-Pero no solo eso, sino que era una de los Selatrop Primordiales, como tú, Chibi, Quilby, Glip y Mina. Mi madre es Nora.

-Vaya...-musitó Yugo, tratando de asimilar la información.

-Soy un año mayor que Tristepin y a pesar de que nuestras madres fueran distintas siempre estuvimos muy unidos, como los hermanos que éramos. Desde pequeños nos adiestraron en el manejo de armas, pero siempre tuve preferencia por los ataques mágicos. Digamos que mi lado Selatrop me lo exigía. Es por eso que nos distanciamos bastante cuando él tomó el camino de las armas y la caballerosidad y yo el de la magia y hechicería. A pesar de esto, nunca dejamos de vernos. Y todo esto pasó cuando apenas teníamos diez años. Fue entonces cuando nos ofrecieron a ambos entrar en las líneas de guerreros Yopuka. Ese había sido nuestro sueño desde que habíamos cogido nuestra primera arma. Nos prometimos el uno al otro que pasaríamos juntos el examen al que nos someterían. Pero fue entonces cuando...

Me encogí, aún me dolía recordar la última mirada que Tristepin me había dirigido, llena de indiferencia...

-Apareció Gúltar, un Yopuka famoso por su increíble fuerza física y su potencial. Se ofreció como maestro de Tristepin y él...aceptó, sin dudarlo. Le recordé nuestra promesa y él me dijo que con Gúltar como maestro podía hacerse mucho más fuerte. Fue así como se marchó sin añadir nada más. Por culpa de la furia y la deshonra que suponía para cualquier Yopuka el ser abandonada por un hermano, deserté.

Tristepin estaba encogido, agarrándose las piernas con fuerza y conteniendo las lágrimas. Sentí lástima de él en esos momentos, por la humillación que estaba recibiendo delante de sus amigos, pero querían saber la verdad, y era lo que les había dado.

-Tori yo...

Interrumpí a mi hermano alzando la mano.

-No digas nada, hace relativamente poco que comprendí por qué Gúltar fue tan insistente en ser tu maestro y, sin ánimo de ofender, aún no puedes saberlo.

Wakfu - La Yopuka SelatropDonde viven las historias. Descúbrelo ahora