18. Que arte elegir

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- Señorita James, ¿me acompaña a su mesa? -era la mester la que pregunta-, ¿Señorita?

- Elizabeth, ¿¿quieres contestar?? Serás tonta... -se dice a si misma-.

- Un-un momento... -da un paso hacia la puesta del salón donde el pianista interpretaba-.

El silencio interrumpe los pensamientos, siente un vacío y como el pecho se hunde. El pianista, parece alejarse del instrumento que ocupa el espacio de la sala, para ponerse de pie, y alejarse un momento hacia una puerta del fondo del espacio, la abre y pasa por ella, no sin antes dirigir una mirada a los ocupantes y espectadores, cuando por un segundo, mirar en su dirección. Como un flash, solo un pequeño rayo, para irse adentro del umbral y no dejar rastro.

Los ojos, azules que tanto conocía se cruzan con los de ella. Un instante, un parpadeo, una despedida. Parece que Jack no se ha percatado de la presencia de su mejor amiga de la infancia, aunque parece que no la podido reconocer, todo lo contrario, ella, ha podido reconocer el color exacto de sus pupilas.

El tacto de una mano.

Llega a alcanzar con la suya a la que se había puesto en su hombro, y se gira.

- Hola -dice inmediatamente nerviosa. Era Taylor, y se da cuenta de que aún tienen sus manos unidas y se sonroja-.

- Te has tomado al pie de la letra el mensaje- él sonríe, y Eli siente que se derrite-.

- Tu -le echa un vistazo a su cuerpo, sin mucho detalle porque sabe que lo puede estar mirando horas; diferencia una americana y pantalones de vestir-, tu... -se ríe, no sabe cómo continuar, lo da todo por dicho-. ¿Dónde tenemos ese café?

Intenta evitar el tema de la vestimenta, con el objetivo de la cita. Cogiéndola de la mano de una manera más cómoda, con delicadeza mientras da un paso, mueve la cabeza en gesto para darle la indicación de seguirlo. Se disculpa con la mester, que ha vuelto al sitio y entra en el comedor del lujoso restaurante del hotel.

Se dirigen entre los corredores de las mesas separadas, hasta una sala un tanto apartada de la entrada y de la puerta principal, pasan cerca de unos espejos gigantescos en forma de pared, donde por la otra banda, son ventanas opacas. Solo hay, como mucho, siete mesas de parejas, pero hay un dúo lejos de la mesa que ocupa Taylor justo después de separarse acabado el paseo.

Él, se para ante la chica, que le mira aún con las mejillas enrojecidas, durante el corto trayecto, solo ha estado fijándose en la decoración del sitio y en cómo le tiraba la americana al actor, que solo movía los hombros. Gracias a Dios que no se había girado en ningún momento y le viese la cara de empanada que tenía.

Cuando lo tiene de cara, extiende los brazos hasta sus hombros nuevamente.

- ¿Me permite? -El abrigo, claro-.

Elizabeth se desabrocha de gabardina del lazo y Taylor se lo quita despacio, pareciendo queriendo tener cuidado. Cuando se lo quita al completo, lo cuelga en el perchero de pie que hay cerca de la mesa. Ella se cuelga el pequeño bolso de la silla, mientras se sienta y el chico le ajusta la silla. Le da las gracias con una sonrisa, a la que él le corresponde, como no.

- Mucha elegancia para el postre ¿no? -comenta ella-.

- Siento decirte, que el café va a tener que esperar, ya sabes, primero va la cena.

- Nunca digo que no a comida gratis, pero he estado a punto de no venir: -continua con un tono algo ridículo o gracioso- hoy no ha sido el día de mi vida, por decirlo así...

Parece que el comentario no le ha parecido muy divertido y Eli se disculpa. Le mira, mientras juguetea con sus dedos: está nerviosa.

- No, no te disculpes -se miran a los ojos-, seguro que no ha sido culpa tuya. Si te sirve de consuelo, no es que también haya tenido el mejor día, y fui yo quien la cago en menos de tres frases seguidas a ti. Recuerda durante esta noche y todos los días: el record de rapidez para fastidiar algo, lo tengo yo.

"Se quien eres.." {Fanfic Taylor Lautner}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora