Hace frío, y a empezado a lloviznar y no está. Él que se pensaba que la veía con otros ojos, se había marchado en frente de sus narices, decepcionado con la chica, la que había guardado el secreto en su silencio y por una mísera tontería, desconfía.
Ahora sonaba una melodía triste en aquella noche en la gran ciudad de Nueva York. La gente volvía a correr que por un instante se había parado a pensar que todo se detenía.
Que había hecho Elizabeth, para que sus pocas esperanzas de des-disfrazaran de lo que eran en realidad: tonterías. Había estado soñando con un hombre inteligente y maduro y, se encuentra de bruces con un actor egoísta y simplemente atractivo. Nervios, prisas y vestidos para que se marche y la deje sola. Genial.
Siente que una gota cae por su mejilla y no diferencia si es de la lluvia o una lágrima de decepción, y cae en cuenta: es tarde.
Levanta la mano para enjuagarse la cara y esparcir lo húmedo por las mejillas, sorbe por la nariz y absorbe la calle mojada, gira lentamente, dándole vueltas al asunto. Rueda sobre los tacones que, duelen y hacen ruido, encarándose hacia, de nuevo, la puerta del lujoso edificio.
La sombra que se esconde detrás de un pilar de la entrada le sorprende con la lluvia encima, Jack se apoya con el hombro en el soporte arquitectónico, con la chaqueta blanca del traje que parece de camarero, pero a la vez más elegante. Con galantes zapatos, pies cruzados, el chico parece observar desde la distancia, con un tono gris y triste en los ojos.
- Estás muy pesada con irte todo el tiempo. Se que puedo llegar a ser muy irritante pero, vamos -se endereza vacilando, da unos pasos y para a menos de un metro de Elizabeth, le tiende la mano esbozando una sonrisa típica-, no puedo dejar que estés aquí afuera con ese vestido.
Duda, pero está harta de dudar. Quiere hacer algo en ese momento de la vida, una estupidez, algo sin sentido, sin dudar. Quiere tener historias que contar a sus nietos y competir con su hermana de 'quien la hace más gorda', no quiere pensar porque sabe que si piensa, todo saldrá mal. No lo piensa, quiere dejar de hacerlo permanentemente.
Toma su mano y le empuja hacia ella para poder unirse en un cálido abrazo. Con la nariz pegada al cuello del chico, mueve la barbilla para dejarla sobre esta y susurrar:
- Llévame a algún sitio, ahora que puedes.
Jack, sorprendido por las palabras, se une más a ella haciendo fuerza con los brazos y Elizabeth puede sentir lo plano y fuerte de un abdomen y al igual con la parte superior de los brazos.
Pero esa fuerza se detiene y le empuja con suavidad para separarse del abrazo colocando las hábiles manos en los hombros de la chica que, está sorprendida. Toma aire.
- ¡Venga vamos! -y al dejarla de sujetar por los hombros, pareciendo dar un pequeño salto, coge la mano que reposaba en uno de los costados de las caderas y la lleva girando sobre sí, dando le una vuelta seguido de volver hacia el interior del edificio, corriendo. Pasan por el hall, donde la maestre revisaba un libro encima del pequeño stand, y que mira sorprendida a Jack y a su compañía, pasan veloces por las puertas de cristal, que tan mal han hecho pasar a Elizabeth, pero para de pensar, prefiere dejarlo estar. Y Jack frena pasado el piano.
- Dame un segundo, -dice mientras corre de espaldas- solo uno. Sean,-mira a el camarero- invito yo.
Mira de seguida al que estaba detrás de la barra y con la misma ilusión en los ojos, mira a Elizabeth sorprendido. Se agacha un momento y del mueble de madera coge dos vasos cortos y anchos. Elizabeth se acerca sorprendida por la rapidez del barman, que tiene dos botellas plateadas en las manos, con ellas llena una coctelera, que después cierra y empieza a agitar.
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"Se quien eres.." {Fanfic Taylor Lautner}
Hayran KurguUn cartel publicitario puede arreglar el dia a cualquiera, y este es el caso de Elizabeth. Nunca pensó que siendo camarera de una cafetería de Nueva York pudiera ser tan emocionante.. Nunca los lunes volveran a ser sencillos.