Uno

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Estaba asustada.

Los árboles se alzaban sobre su cabeza imponentes, causándole terror. La luz de la luna iluminaba el bosque en el que se encontraba de manera muy tenue, puesto que las copas de los árboles se llevaban la mayor parte de su resplandor. El viento soplaba con fuerza y los animales nocturnos acompañaban su soledad junto con sus ruidos.

Se aferró con fuerza a sus rodillas. No sabía en que parte del bosque estaba, sólo sabía que no tenía idea de como volver a su casa. Sus amigos la habían dejado allí, a su suerte. Estaban decididos a ayudarla a superar su miedo a la oscuridad, y decidieron que la mejor manera era dejándola sola. Sin importar cuantas lágrimas había soltado o cuantas veces había suplicado de rodillas, había terminado en esa situación. 

El frío nocturno se colaba por debajo de su falda del instituto, congelando sus piernas. El contacto del viento con las lágrimas que caían por su rostro brindaba una sensación poco placentera, disminuyendo su temperatura corporal más de lo que ya estaba. 

-Quiero volver a casa.- murmuró. Frotó sus brazos desnudos con sus manos, intentando así recobrar algo de calor. 

-Pues hazlo.- respondió una voz. Su corazón comenzó a latir con fuerza, tanta que llegó a sentir la sangre bombear en su cabeza, cerca de las sienes. 

Las hojas sobre ella comenzaron a moverse cayéndole encima y Nayeon presionó sus párpados lo más que pudo. Pensar que estaba completamente sola la aterraba, y saber que junto a ella hubo un desconocido durante todo el rato que estuvo sentada no aminoraba su temor. Las creepypastas que había leído la noche anterior no le habían sentado nada bien; lo único que habían logrado era que  imaginara al causante de su muerte sobre su cabeza, utilizando un cuchillo o un arma aún más filosa. 

Sintió un golpe seco en el suelo y tembló en el lugar. Sintiendo su cuello en la guillotina se atrevió a levantar la vista, sorprendiéndose con lo que sus ojos presenciaban. Frente a ella se encontraba un chico, de apariencia completamente normal. No llevaba nada capaz de hacerle daño ni tenía apariencia extraña, lo cual la tranquilizó un poco. 

Osó apreciarlo en profundidad, pasando la mirada por toda su anatomía. Tenía el cabello negro, corto y prolijo. Los mechones de pelo le caían por la frente, cubriendo la misma y parte de sus cejas. Sus ojos eran marrón oscuro, sumamente brillantes. Eran atrayentes, demostraban seguridad y diversión. Tenía una nariz delicada, ni muy grande ni muy chica, la cual encajaba perfectamente con su alargado rostro. Sus labios eran rosados y sobre ellos se formaba una blanca sonrisa en exceso contagiosa. 

Nayeon quiso decir algo, pero tanto su cuerpo como su boca se encontraban petrificadas. La presencia del individuo delante de ella, por más lindo que fuese, la hacía sentirse intranquila. Quería huir, alejarse de aquel lugar oscuro y no volver nunca más. Pero también quería quedarse. Quería saber quién era ese chico que la miraba desde lo alto.

Creepypastas: historias cortas de terror creadas por autores no famosos. 



Nyctophobia | Jung HoseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora