Dos

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-¿Quien eres?- se atrevió a preguntar luego de un rato. Desde que había, casi literalmente, caído del cielo, el chico no había dejado de observarla. 

-Oh, lo lamento. Mi nombre es Hoseok.- la sonrisa en su rostro se hizo más grande, cosa que parecía imposible. Bajo el resplandor de la luna su dentadura se veía completamente blanca, como si estuviese hecha de porcelana. 

-Nayeon.- tartamudeó. Quería que se hiciese de día para que Namjoon viniese a buscarla. No soportaba estar ahí. No soportaba la oscuridad.

-¿Qué haces aquí?¿Por qué estás tan asustada?- preguntó el chico. Se acercó con lentitud y se sentó a su lado, manteniendo una distancia prudente. Todo lo que la chica sintió cuando se sentó a su lado fue frío, un frío abrasador. 

-Le tengo miedo a la oscuridad.- confesó apenada. Era la primera vez que se apenaba de su fobia, pero no podía evitarlo. Nunca había hablado con un chico que no fuera Namjoon o Yoongi, sin contar que ninguno de los dos le parecía tan atractivo como el que se encontraba a su lado. 

-La oscuridad no es mala.- rió él. Su risa era armoniosa, agradable de oír. 

-Lo sé. Pero sigue dándome miedo.- 

-Yo puedo ayudarte con eso. Yo curaré tu miedo.- se ofreció él. 

¿Ayudarme?, pensó Nayeon, Suerte con eso. 

Tenía miedo de la oscuridad desde que tenía cinco años. A esa edad había comenzado a tener pesadillas muy extrañas, las cuales habían desencadenado su temor. La nictofobia, lo que el médico psicólogo le había diagnosticado, era el miedo irracional a la oscuridad, y solo podía ser curada con hipnosis o psicoterapia, dos tratamientos que no estaba en sus planes probar. 

Simplemente se quedó en silencio, esperando a que el chico dijese algo. Se había escuchado tan decidido al decir que la curaría que no quería arruinar sus ilusiones. 

-Tengo una idea.- comentó Hoseok luego de un rato. Nayeon no se  había dado cuenta aún, pero tras la aparición del chico había dejado de temblar. Algo en él la calmaba, la hacía olvidar que la oscuridad rodeaba su cuerpo y sus alrededores. 

Lo miró expectante, esperando a que dijese lo que tenía en mente. 

-Duerme.- Sin quererlo, Nayeon soltó una sonora carcajada. 

-Es imposible.- habló. -No puedo dormir así. Necesito luz para poder hacerlo.- 

-Inténtalo.- alentó él. -Yo voy a estar aquí, así que no tienes que preocuparte de que algo te suceda. Nada en las tinieblas va a atacarte mientras yo esté a tu lado.- 

La pequeña Choi lo meditó por unos largos segundos. Nada iba a atacarla si estaba con él, o por lo menos eso era lo que ella creía. La presencia de Hoseok a su lado la hacía sentirse un poco más segura, y no perdía nada con intentar cerrar los ojos por unos momentos. Intentaría dormir, aunque sea un rato. 

-Bien.- aceptó. 

El chico se acercó a ella y palmeó sus piernas, incitándola a apoyar su cabeza en ellas. Nayeon se recostó en el pasto y cerró los ojos luego de contar hasta tres. Trató de convencerse de que no había nada y procuró dormir. Sus parpados se hicieron cada vez más pesados y logró quedarse dormida luego de dos horas. 

A pesar de saber que la chica descansaba profundamente, Hoseok no dejó de acariciar su cabello hasta que salió el sol. 


Nyctophobia | Jung HoseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora