Cinco

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-No, Yoongi.- respondió irritada. 

-Pero quiero panqueques.- suplicó el rubio. 

-Te dije que no. Come tus putas tostadas y deja de joderme la vida.- 

Nayeon dejó el plato sobre la mesa con brusquedad y se sentó en la silla. La casa de sus amigos estaba siendo fumigada y ella los había acogido en la suya. Ambos, Namjoon y Yoongi, se habían estado quedando con ella desde hacía ya tres días lo cual, en situaciones normales, le hubiese encantado. Ahora que había descubierto que no podía dormir sin la presencia de Hoseok, la situación no era la misma. Que sus amigos se quedasen con ella implicaba que no podía escaparse por la noche, lo cual ocasionaba que no pudiese dormir, lo cual causaba su mal humor. 

-Lo siento.- se disculpó bajito el chico. Nayeon, dándose cuenta de que lo había tratado muy mal, suspiró y se paró de su lugar. 

-No te preocupes. Te haré tus panqueques, Yoonie.- 

(...)

-Chicos.- los llamó, ya sin aguantar la falta de sueño. -Necesito irme. Los veré mañana por la mañana.- 

-¿Qué?¿A donde te vas?- preguntó Namjoon preocupado. -Son casi las nueve, podría pasarte algo malo.- 

-No te alarmes. Te prometo que estaré bien. Los quiero.- antes de poder recibir un reproche de parte de alguno, Nayeon salió por la puerta. 

Caminó intranquila hacia el bosque, el cual no quedaba tan lejos de su casa. La noche había caído ya, y con ella la oscuridad. Para cuando la chica quiso darse cuenta, los faroles que iluminaban las calles del pueblo en que vivía habían desaparecido, siendo reemplazados por la luna. Tratando de pensar en otra cosa que no fuese la falta de luz, se adentró en el bosque y caminó hasta el árbol.

-Hoseok.- llamó, esta vez sin esperar a que apareciese como la vez anterior. Se había dado cuenta de que si hablaba, él aparecería. 

-Nayeonnie.- saludó él. 

-¿Nayeonnie?- preguntó divertida.

-Es tu nuevo apodo.- respondió mientras se sentaba a su lado. -Ahora duerme. Yo estaré aquí y curaré tu miedo.- 

-No quiero dormir.- se negó ella soltando un bostezo. Se estaba muriendo de sueño, pero quería saber más sobre él. Quería saber por qué le inspiraba tanta confianza, por qué siempre estaba en el mismo árbol, por qué estaba dispuesto a ayudarla. Estar al tanto de todo lo que conllevaba Hoseok se había convertido en algo similar a una necesidad. 

-¿Qué quieres hacer entonces?- cuestionó él mientras acariciaba su cabello. Aquella pequeña acción se le había vuelto costumbre desde la primera noche que había visto a la chica.

-Quiero conocerte mejor.- 

-Pregunta entonces.- sonrió.

-¿Cuántos años tienes?¿Cuál es tu nombre completo?¿Por qué siempre estás aquí?¿Cómo...?- las preguntas que había estado formulando todos estos días salieron de su boca como una catarata, haciendo que él tuviese que poner una mano en su boca para frenarlas. El contacto de sus fríos dedos con el rostro cálido de Nayeon era placentero para ambos. 

-Contestaré, no te preocupes. Pero haz las preguntas de a una.- rió. Al darse cuenta del ridículo que estaba haciendo y de lo desesperada que estaba sonando, la chica acompañó su risa. Hoseok, quien nunca la había escuchado reír de esa forma tan natural y relajada, sintió como la calidez recorría su cuerpo por primera vez luego de mucho tiempo. 

Nyctophobia | Jung HoseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora