Cuatro

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Una semana había pasado desde que sus amigos la habían dejado en el bosque. Una semana desde que había visto a Hoseok por primera y última vez. Una semana desde que había dormido. A partir de aquella noche, Nayeon no había podido conciliar el sueño. Cada vez que lograba quedarse dormida, la misma pesadilla de siempre la atormentaba. No podía descansar sin despertarse completamente bañada en sudor, asustada hasta los huesos y con lágrimas acumuladas en los ojos.

No lo había hablado con nadie, pero la falta de sueño la estaba matando. Iban ya siete noches completas de desvelo absoluto, las cuales afectaban tanto su personalidad como su rendimiento académico. No tenía hambre ni ganas de leer, cosa que le fascinaba. Cada vez que se proponía hacer la tarea le pesaban los párpados y su cabeza dolía como el infierno, se había sacado un uno en un examen y hasta se había desmayado en plena clase de química. Por estas y miles de otras razones, la chica había decidido que debía volver al bosque. Necesitaba encontrar a Hoseok, costase lo que costase, y poder dormir aunque sea unas horas. Estaba desesperada por poder pegar el ojo, y estaba dispuesta a adentrarse en el espeso bosque, sin importar la oscuridad.

(...)

Mientras caminaba con la mochila en hombros se lamentó de la decisión que había tomado.

¿Qué tal si no lo veía?

Ya a las ocho de la noche la luz se había desvanecido casi por completo. El caluroso resplandor del sol había comenzado a ser reemplazado por el de la luna llena. A diferencia de la vez anterior, no había viento. Las copas de los árboles no se movían, haciendo que el enorme bosque pareciese más tétrico y falto de vida.

Las horas pasaban y Nayeon, temblando de miedo, seguía sentada en el mismo árbol de la vez anterior. El temor, el frío y la soledad eran solo algunos de los precios que debía pagar si quería dormir otra vez.

-Tengo miedo, Hoseok.- mustió.

-No tengas miedo. Estoy aquí.- dijo el chico mientras bajaba de la copa del árbol. Sin poder evitarlo, Nayeon soltó una sonrisa al escuchar su voz. -¿Por qué estás aquí?-

-Tengo un problema.- le confesó ella avergonzada. Ahora que meditaba un poco mejor las cosas, lo que iba a decirle sonaba muy extraño. -Desde aquella vez no he podido dormir. Pensé que tal vez si te veía y me quedaba contigo podría...-

Una suave carcajada por parte del chico fue lo que interrumpió sus palabras. Lo miró con el ceño fruncido, sin entender por qué se reía, y Hoseok simplemente se acercó a ella y se sentó a su lado.

-Que tierna.- murmuró conmovido. -No te preocupes, descansa. Yo estaré aquí y curaré tu miedo.-

Otra vez, Nayeon se acostó en las piernas del joven. Procuró taparse bien con las mantas que había traído en la mochila, y logró conciliar el sueño en un abrir y cerrar de ojos. De nuevo, Hoseok se quedó con ella, acariciando su sedoso cabello hasta que salió el sol. Cuando éste hizo su aparición, se alejó de la chica con una sensación extraña en el pecho.

Ambos necesitaban del otro sin saberlo. Ambos, de alguna forma u otra, se eran indispensables para poder estar bien.

Nyctophobia | Jung HoseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora