Caricias que te matan.

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Sus labios eran suaves, le encantaba el sabor que tenían. Había soñado con besar aquellos labios desde el primer momento que hizo contacto visual con esos hermosos ojos cristalinos los cuales estaban llenos de vida, Ellie había sido la única luz que vio en aquel momento.

Tenia sus mejillas un tanto sonrojadas, sus pestañas eran hermosas cuando las veía de cerca y su respiración agitada era la mejor sensación que podría sentir encima de sus labios. Agradecía que su tienda de acampar estuviera alejada de la granja de Hershel, no quería que nadie le interrumpiera en ese momento, en el cual sentía el frágil cuerpo de Ellie bajo suyo.

La chica acariciaba su espalda y cabello, mientras que él le besaba como si de el ultimo beso en su vida se tratara. Sabían que los dos se deseaban mas que nunca y era esa razón por la que ninguno paraba esa caliente escena que se estaba creando en la tienda de Daryl.

Con delicadeza, como si de una figura de porcelana se tratara, Daryl deslizó sus manos por debajo de la blusa blanca que Ellie traía puesta.

—Daryl.— suspiro Ellie encima de sus labios, sintiendo la corriente eléctrica por las suaves caricias que el cazador daba en el estomago y costillas de la castaña.

—Mierda, mapache.— gruño, pensaba en admirar lentamente todo su cuerpo pero los suspiros de la castaña le estaban matando.

Los botones de la blusa que Ellie traía salieron volando por toda la cama, sorprendiendo a la castaña. Le sonrió descaradamente al cazador al ver como este se quedó embobado mirando como la chica no traía un brasier debajo de su blusa.

—Es cómodo sentir la brisa.— bromeo la castaña con respecto a tener sus pechos al aire.

Daryl le sonrió descaradamente, acercando su boca al estomago de Ellie, quien al sentir los labios húmedos de Daryl arqueo un poco su espalda. Los húmedos besos subían con lentitud, envolviendo a Ellie en una excitante sensación.

—Mierda.— gimió la chica al sentir los labios del cazador encima de su pezón, besándolo y succionándolo con excitación.

Su respiración estaba acelerada, sentía como todo su cuerpo quemaba por excitación al sentir la lengua de Daryl jugando con su pezón, mientras que con su mano libre jugueteaba con el otro. Su piel se ponía de gallina el tan solo sentir como los expertos labios de Daryl mojaban su pecho, y no eran lo único que estaban mojando en ese momento.

No quiso quedarse atrás. Desabrochó con torpes movimientos la camisa que Daryl tenia puesta, apartándolo unos segundos de su semi desnudo cuerpo.

Las veces que había visto a Daryl sin camisa eran contadas, y también las veces que por accidente vio esas cicatrices en su espalda. Al principio Daryl no le hablo casi por cuatro días cuando Ellie por accidente descubrió esas marcas, creyó que la chica odiaría y encontraría escalofriante eso.

Ella supo la historia de aquellas cicatrices, al igual que descubrió qué Merle no tenia idea de su origen. Fue un paso muy difícil para ella pues Daryl era rencoroso con aquellas marcas.

Acariciaba con cuidado su espalda, sabia que Daryl le daba pudor que acariciara sus cicatrices como si de un juguete se tratara. El cazador le encantaba que fuera atenta en ese aspecto, evitando que él recordara que tenia esas marcas.

Saco los vaqueros de Ellie rápidamente, dejando a la chica semi desnuda. Se veía hermosa, la castaña tenia unas curvas que le mataban, y unos pechos redondos bien firmes.

—¿Que tanto ves, mirón?— le susurro con respiración agitada.

—Maldición, no sabes lo hermosa que te ves.— le gruño, abalanzándose para besar su cuello.

How many walkers have you killed? (Daryl Dixon.) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora