C13: ¿No más WiFi?

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Me quede con Carly hasta que llegara la ambulancia para llevársela. Sentía miedo, las penitencias cada vez eran mas excedidas y peligrosas. Esto ya no era un juego. Poner en peligro la salud, incluso la vida, ya no estaban dentro del juego.

Carly fue llevada a la clínica más cercana. Los paramédicos también se llevaron su botella de agua, para saber que había ocasionado la intoxicación. Estaba tan cansada que mis ojos se cerraban mientras caminaba a mi habitación. Apenas llegue vi dormir a Chloe abrigada hasta el cuello y con un pie afuera. Me desnude tentada a dormir con la ropa puesta, no había comido nada, y aunque sabia que debía comer algo antes de dormir, mis ojos y cuerpo decían lo contrario. El frío de la almohada en mi mejilla termino el trabajo de dormirme pacíficamente.

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El olor a perfume caro me despierta después de un corto sueño. Miro el reloj del velador. Son las nueve.

La luz que se refleja por el pequeño ventanal ilumina las paredes del cuarto. Chloe estaba sentada frente del espejo ya vestida. Tiene un frasco rosado en la mano y vuelve a impregnar perfume en su cuello. Se me revuelve el estomago y tengo que cerrar los ojos para olvidar ese fuerte olor.

¿De donde saco ese asqueroso perfume?. Olía a zorrillo.

Abro los ojos y Chloe se acerca a mi con el brazo extendido y el frasco en la mano.

"Es rico el olor, ¿No?"

"No, Chloe" digo mientras me aparto y me pongo de pie. El estomago se me aprieta y las nauseas aparecen "Es asqueroso"

"No sabes definir un buen perfume. Iré al taller de danza, te veo luego" me lanza un beso con su mano y se va.

Saco una toalla de mi armario junto a mi ropa y camino al baño. Me meto soñolienta y abro la llave dejando que el agua caiga sobre mi cabellera. Lo único que agradecía era el agua caliente que habían instalado. Salí del baño algo apresurada y peine mi cabello en una trenza, hoy seria mi tercera clase de piano y ya iba atrasada.

Corrí por los pasillos hasta llegar al taller. De todos los talleres tenia que meterme en el único que se encontraba fuera del campamento, además de la bodega. Escuché la voz de la señorita Marcia, ya había comenzado con la clase.

"Para los mas pequeños, comencemos enumerando los dedos para identificarlos en el pentagrama. El pulgar..." toque la puerta con los labios fruncidos y esta solo me sonríe. Como me gustaría que todos mis profesores en la secundaria me recibieran hací "Entra, kennedy"

"Lo siento por interrumpirla..." niega con la cabeza y se vuelve a enfocar en su dedos.

"Como decía, el pulgar sera el numero uno. El índice sera el dos. El dedo corazón el tres. El anular el cuatro. Y el ultimo pero no menos importante el dedo meñique... ¿Sería el...?"

"¡Cinco!" gritaron los mas pequeños.

Me sentía en un jardín de niños. Aunque era divertido ver a la señorita Marcia hablarles como bebes delante de los más grandes.

"Lo grupos de teclas negras nos ayudan a identificar los sonidos musicales en el teclado..."

Deje de escucharla para ver por el ventanal. Durante años estuve en este campamento y nunca me sentí tan atrapada como ahora. Me sentían como un insecto tras el cristal. Esto no era un campamento. Simplemente era un hotel donde los padres dejan a sus hijos para librarse de ellos por un tiempo.

«¿Donde estaban las guerras de agua?», «¿Las fogatas seguidas?», «¿La ropa sucia y competencias por bandos?».
Cada día se pedía esa diversión y se intercambiaba por los celulares, vídeo juegos y WiFi.

Amar o Ganar ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora