capitulo 2

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Al día siguiente, Lucas pasó por Anael y se dirigieron a una hermosa playa. Lucas agarró de la mano a Anael y le mostró como unas personas se deslizaban en una tirolesa yendo de un extremo a otro de la playa.

— ¿qué te parece? ¿Te animas?— preguntó Lucas dirigiéndose a Anael.

— ¡me encanta! Siempre he querido subir a una, gracias, gracias, gracias...— y agarrando de nuevo la mano de Lucas lo llevó corriendo hasta al lado del faro donde empezaba la tirolesa.

— ¿Quién va primero?— preguntó ella.

—las damas primero...— dijo Lucas riéndose, quería observarla mientras se deslizaba por la tirolesa. Anael asintió.

Poniéndose todo lo necesario se agarró fuerte y se lanzó por la tirolesa, estiro una mano sintiéndose libre, y disfrutó plenamente de la corta aventura, le encantaba sentirse así, sintió como el viento pegaba en su rostro hasta que llegando hasta el final de la cuerda cayó al agua, se quitó las correas y disfrutó del agua mientras esperaba la llegada de Lucas que igualmente había disfrutado como nunca de la tirolesa, aunque le parecía algo normal por las muchas veces que lo había hecho. Al llegar hasta Anael, Lucas se acercó un poco más a ella y jugaron como dos niños en el agua hasta que decidieron salir. Mientras salían del agua ambos cayeron en la arena y Lucas aprovechando el momento se puso encima encerrándola con las dos manos extendidas a lado y lado de Anael. La muchacha se puso muy nerviosa pues ya se imaginaba lo que ocurriría ahí si no se retiraba rápidamente, Lucas acercó sus labios a los de ella y sin importar cuantos ojos los veían la besó con una intensidad y pasión que Anael sentía que le tocaba hasta el alma, pasó sus manos por la cintura de Anael hasta que este se levantó dejándola a mitad de beso y acalorada, con todo su caballerosidad Lucas le tendió la mano y la ayudó a levantarse.

— ¿Tienes hambre?— preguntó Lucas.

Anael, que había quedado con ganas de más, se recordó a si misma que ella no quería enamorarse de nadie por el momento e intentando actuar con normalidad contestó:

—ni te imaginas...

Dicho esto, ambos fueron a comer a un restaurante cerca a la playa. La comida estaba exquisita y sobre todo la compañía, charlaron sobre muchos temas: trabajo, familia, sueños y así se les fue el día...

Al llegar a la casa de Anael, ambos estaban muy cansados. Ya había anochecido y estaba lloviendo muy fuerte, Lucas bajo del auto y dejó a Anael en la puerta de su casa, luego subió nuevamente a su auto y se marchó.

Unos minutos más tarde, en la alfombra de su casa estaba Anael dándole mimos a vainilla cuando escuchó el timbre sonar, vainilla al escuchar comenzó a ladrar y fue tras Anael que se dirigía hacia la puerta. Abrió la puerta y se encontró con Lucas empapado.

—Lucas..., estas empapado. pensé que estarías en tu casa.

—no pude llegar hasta la casa, cerraron algunas calles a causa de la tormenta y se me impidió pasar. ¿Puedo pedirte un favor?

—el que sea... para ti. Has sido muy atento conmigo— Lucas sonrió y preguntó:

— ¿puedo dejar mi auto en tu garaje?, mañana temprano pasaré por él. Llegaré caminando hasta mi apartamento, ya sabes, no esta tan lejos.

—por supuesto que puedes dejarlo aquí. Y tú también puedes quedarte hasta mañana, tengo una habitación extra, puedo prepararla rápidamente para ti.

—no... no te preocupes iré caminando, no quiero incomodarte.

—no incomodas, no te hagas el de rogar... sabes que no esta tan cerca tu apartamento, son unos cuantos quilómetros— Lucas la miró y pensó por un momento, ella tenía razón y lo que más le apetecía era estar a su lado, besarla y sentir su cuerpo, pero Anael solo lo veía como a un amigo. situación que a Lucas le molestaba pues él no tenía los mismos intereses que ella. Quería que fuera suya; Por lo cual aceptó la invitación de Anael. Esa sería la oportunidad que estaba esperando para conquistarla.

dime que me quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora