Obsesión

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     La observo desde la ventana. Uno de mis pasatiempos favoritos, y cómo no va a serlo, si es preciosa. La vecina de en frente, no puede ser alguien mejor.

     Llevo semanas sin ir al trabajo. Sólo me siento aquí, a observarla. La veo cuando sale, y mi mirada la sigue en su caminar, hasta que desaparece en la esquina.  Tengo sus horarios perfectamente medidos, y siempre regresa a casa a las 18:30 pm los días de semana, y cuando no sale de fiesta, a las 20:00 pm los fines de semana.

     Me desespero si llega un minuto tarde. Muchas veces he sentido el impulso de ir a buscarla, y aunque sea obligada, traerla de vuelta a casa. Me calmo al verla regresar, aunque no del todo. Cuando llega tarde, lo hace borracha, y la mayoría de veces con un hombre al lado. No siempre es el mismo, ya que alterna entre 2 o 3. Ah claro, y algunas veces, entra con su novio.

     Sería mentir si digo que no he sentido celos, ¿y por qué no los sentiría? La deseo para mí. Incluso del aire que la roza siento celos. Esos hombres no tienen el derecho ni el poder para hacerla feliz. Sólo yo, aunque ella no lo sabe. Sé lo que hace falta en su vida. Sólo necesito el momento para demostrárselo. 

     Llevo planeando lo que voy a hacer durante meses. Ayer me llegó la carta de despido de mi empleo. Normal, si no he ido nunca más. Tampoco es que piense hacerlo. También dejé de comer y de bañarme hace algunos días. Sólo la observo, y espero, y no me hace falta nada más para sobrevivir. Sin embargo, creo que debería ponerme presentable.

     Ella está de luto. La verdad, no se por quién. 

     Ok, les estoy engañando, se perfectamente por quién está de luto. O mejor, debería decir, por quiénes. De eso me encargué yo directamente.

     Y es que hace una semana que no recibe ni una sola visita de cualquiera de esos hombres.

     Me aseguré de no levantar sospechas. Organicé y preparé todo de tal manera que parecieran unos simples accidentes. Uno de ellos, simplemente resbaló por las escaleras, y de extraña manera, se torció el pescuezo.

     El otro, se le olvidó que dejó el grifo del agua abierto, y esta inundó el suelo. No se enteró, y cuando fue a conectar su teléfono, simplemente... se quemó, electrocutó, adiós.

     El tercero fue un poco más complicado. Se me acababan las ideas hasta que supe que trabajaba en una agencia de cableados y todo eso. Simplemente fue una corta visita. Fue interesante verlo colgado, con la cara de un color azul, los ojos completamente abiertos y salidos de sus órbitas. Me provocó placer incluso. Nadie la tocará.

     Del dichoso novio me encargué ayer. Era un completo vago, me sorprende que ella pudiera estar con alguien como ése. En fin, sabía desde hace meses, que él trabajaba en el subterráneo, en la línea del Metro. Me encargué de que le tocara trabajar en la noche, y no salí sino hasta que estuvo bastante avanzada. Conozco los trabajos nocturnos en el subterráneo.

     Se encargan de limpiar, revisar y toda esa tontería. Y hay una máquina, bastante peligrosa, que se mueve por las vías. Limando. Se supone que nadie debería estar en las vías cuando esa cosa pasa. Se supone.

     Se extrañó cuando me vio por allí. Un hombre de 28 años de edad, no debería estar en el metro a esas horas. Muchos menos en ese momento.

     -Disculpe, señor, pero usted no debería estar por aquí, es muy peligroso. -Me dijo, con una mirada bastante extrañada.

     -¿Ah no? y eso, ¿por qué? -Le dije, haciéndome el confuso, perdido, extrañado.

     -Porque en estos momentos, el subterráneo se encuentra en mantenimiento, señor, ni siquiera sé cómo logró pasar. -Me respondió. Se la creyó perfectamente.

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