Despedidas

18 1 0
                                    

     Caminamos ambos en silencio, en dirección a la parada de autobuses. Ninguno se ha dirigido ni una sola mirada. Ni él a mi, ni yo a él, por más que me cueste. Ambos sabemos a qué vamos, y el nudo en nuestras gargantas impide hablar.

     Durante el trayecto, un montón de recuerdos aparecen fugaces por mis pensamientos. Felicidad, es lo único que puedo sentir, pues son lo mejor que podría existir. Los recuerdos con él.

      Antes de darme cuenta, ya estamos subiéndonos al autobús. Cuánto desearía que el trayecto fuera hasta aquí, pero no. Aún queda un largo camino. La alegría que me había embargado segundos antes, se transforma completamente en tristeza. Y lo veo.

     Va mirando por la ventana. Ni siquiera voltea a verme. Lo odio por eso, lo odio por muchas cosas. ¿Por qué se tiene que ir? Dice que hizo todo lo que pudo por quedarse. Sí, claro. Mentiras, eso es todo, por no admitir que quiere irse, que ya no quiere estar a mi lado.

     Agacho la mirada rápidamente, y me tiembla el labio inferior. Unas ganas inmensas de llorar me embargan, pero me contengo, respiro hondo, y me paso la manga por los ojos, pues se han humedecido. No voy a llorar.

     ¿Por qué pienso esas cosas? Claro que hizo todo lo que estaba a su alcance para quedarse. No lo puedo culpar. No lo puedo odiar... o bueno, no del todo. Vuelvo a voltear a donde se encuentra sentado. Ahora mira al frente, aún sin mirarme.

     Aún faltan 15 minutos para llegar a nuestro destino. Se me hubiese hecho eterno, si un montón de recuerdos no me hubieran atacado justo en ese momento. Lo agradezco inmensamente, pues todos son hermosos.

     Recuerdo el día que lo conocí. Fue en una reunión de amigos, en casa de Fred. Sus padres no estaban, así que decidió invitarnos a pasar el rato. Thomas, llegó a eso de las 2 horas de que hubiera iniciado. Nadie lo conocía, sólo Fred, que había decidido invitarlo. De eso ya, unos 3 años.

     Sería una vil mentira decir que me agradó en un principio. Mi primera impresión de él, fue la de un completo idiota. Pedante, fanfarrón y bastante creído. Parecía que creía que nos tenía a todas las mujeres de la reunión encantadas, enamoradas. Odie eso.

     Luego de que llegó, a las dos horas, decidimos jugar a los retos. Fue cuando ocurrió algo curioso. Lo retaron a besar a la que, le pareciera la más bonita de la reunión. Juro que fue completamente convencido a mi ubicación, y me besó. Me separé de él casi al instante, enojada. No lo conocía, no sé qué le hizo creer que podía. No hablé más del tema ese día, y me fui temprano.

     Una semana después, recibí un mensaje. ¿De quién creen que era? Adivinaste. Thomas.

     -Oye... Soy Thomas, el muchacho que, te besó, ya sabes, en la reunión que hubo en casa de Fred. Conseguí tu número y... sólo te escribía para disculparme, no era mi intensión hacerte enojar... Y me habían retado y eso. Sólo lo siento.

     -Hey, Sí, entiendo, sólo olvida el tema ¿sí?, fue un reto y listo. ¿Quién te dio mi número?

     -Fue Fred, le dije que quería disculparme contigo, y me lo dio. ¿Qué dices, podemos ser amigos?

     -Antes tendría que conocerte.

     -Eso se puede arreglar, ¿te parece vernos en el café que está cerca de la casa de Fred? Así conversamos un rato.

     -Jmmm, está bien, pero sólo un rato.

     -Vale, perfecto, nos vemos a las 17:30 pm :).

     Ya a segunda impresión, no me pareció para nada un mal chico. Aquella actitud que creí ver, no existió para nada en esa tarde. Conversamos y reímos un buen rato, y al final de la tarde, quedamos en vernos otro día. Me lo había pasado genial.

     Así fue como, poco a poco, nos convertimos en amigos, en buenos amigos. No fue más de un año de eso, cuando, él me pidió volver a vernos. Mi sorpresa fue llegar y encontrármelo, sonriente, con un ramo de flores, una carta y un peluche de oso panda, mi animal favorito, esperándome en la entrada de la cafetería en la que nos veíamos siempre. Su pregunta, si quería ser su novia. Mi respuesta, sí. Era un muchacho maravilloso, y en el tiempo que llevaba conociéndolo, no había podido evitar sentirme atraída hacia él.

     Mientras recordaba todo esto, ya hemos llegado al aeropuerto. Lo ayudo a bajar las maletas, ambos en silencio, y nos dirigimos a la entrada. Una vez en la sala de espera, volteo a verle, y él también lo hace. Sonríe, pero de una manera triste.

     -Bueno... Parece que ya llegamos. -Dice, y mira al suelo, nervioso.

     -Sí, eso parece... -Respondo.

     -Escucha... Te voy a extrañar mucho, te amo, eres la mejor persona que se ha cruzado en mi camino, y en verdad desearía no tener que irme, poder quedarme aquí cont....

    -Shhh, lo sé, losé, sólo no digas más. -Le interrumpo.

     -Vale... -Dice, mientras una sonrisa un poco más alegre aparece en su rostro- Te llamaré en cuanto llegue, y trataré de conseguirte de vez en cuando boletos para que me visites, ¿de acuerdo?

     -De acuerdo, jaja. -Respondo, y una sonrisa se dibuja en mi rostro.

     Entonces, viene directo hacia mí, y me abraza fuertemente, y yo se lo devuelvo, lo más fuerte que puedo.

     -Te amo.

     -Yo te amo más.

     Se aleja un poco, y me besa. Sólo que este, si es correspondido, y con mi permiso. Al separarnos noto que unas lágrimas se han asomado por sus ojos. 

     -Se te hace tarde, muchacho. -Le digo, sonriendo.

     -Sí, ya voy... Hasta pronto, Eli. -Me dice.

     Toma sus maletas, y empieza a caminar a la zona de abordaje. A medio camino, voltea y me sonríe, y hace un ademán de despedida con la mano.

     Despedidas, cómo las odio. Tener que decir adiós a una persona importante para ti, es lo peor. Permanezco ahí de pie, durante al menos unos 5 minutos. No sé qué espero, quizás que él salga corriendo, diciendo que no se irá. Luego de comprobar que no lo hará, que no sucederá, me decido a irme.

     Lo peor de ir a despedir a una persona, es la vuelta a casa. El camino que hiciste para llegar al lugar, lo haces de nuevo... Pero esta vez, sola. El silencio inunda todos tus sentidos, y nada de lo que ocurre al rededor, es relevante para ti. El camino a casa, se hace aún más eterno.

     Parece mentira, pero es el más accidentado que he tenido. Primero, tráfico, luego, al autobús se le pinchó una rueda, y tuve que esperar para tomar otro. Luego, un hombre estaba robando a una señora, y todos empezaron a seguirlo para lincharlo. Horrible. Total que llegué unas 3 horas más tarde de lo previsto a casa. Entré sin muchos ánimos, me hice la cena, y me acosté a dormir sin prestarle atención a nada. No me encontraba de humor.

     Tuve uno de los mejores sueños de mi vida. Soñé que él había decidido no irse, que estaba esperándome en el café, como todos los días, con una sonrisa de oreja a oreja, y uno de esos peluches que tanto le gustaba regalarme.

     Fue decepcionante despertar y saber que no estaba, que se había ido, y que pasaría un tiempo antes de que lo volviera a ver. Me dirijo al baño, me cepillo, me baño, me cambio el pijama y salgo a prepararme el desayuno. Lo normal, de todos los días.

     Me decido a revisar el celular. Al verlo, me encuentro con 4 llamadas perdidas de Thomas, y un mensaje:

     -Hey, Eli. Te estuve llamando, pero supongo que estás dormida. Quería decirte que ya he llegado, y que, aunque aún no ha pasado ni 1 día, ya te extraño, jaja, llámame en cuanto te despiertes. ¡Te amo! :) <3!

     Sonrío al ver su mensaje, y me dirijo al sillón para llamarle, alegre.

     He vuelto a casa.

Curiosos relatos inconclusosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora