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Despierta y está solo en una cama que es demasiado grande para ser la suya. Paredes demasiado descoloridas para ser su habitación. Sólo se escucha el ruido del silencio. Pasan unos momentos y él sigue desorientado antes de que se da cuenta en donde esta: la habitación de Yoongi, en la casa Min.

En cuanto se siente totalmente en control de sus cinco sentidos, busca su celular a tientas. Tiene mensajes de sus amigos en Kwangju, pero el que más le llama la atención es uno de su madre, así que lo abre primero.

> Estamos en casa de Byulyi

Tan simple como eso y es cuando se da cuenta que en realidad está completamente solo en una casa que no es la suya. Ve el reloj y, a pesar de que ya es un poco tarde, se queda en la cama navegando en su celular. El tiempo se pasa más rápido de lo que él querría y de pronto su estómago empieza a hacer sonidos extraños. Su cuerpo le pide que se levante.

Aunque se dirige a la cocina, no está muy seguro de qué hacer ahí. Usar una cocina ajena siempre es un poco incómodo. Nunca sabes dónde están los utensilios necesarios. Quizá simplemente debería comer el recalentado de ayer.

Abre el refrigerador, pero su mirada se dirige a la estufa. A la alacena que está encima de la estufa, mejor dicho. Cierra el refrigerador y abre la alacena. Ahí están las galletas que le dijo Yoongi. Han sido las galletas favoritas de Hoseok desde que era pequeño. Yoongi las detestaba.

Tiene que ponerse de puntitas para alcanzarlas. Sólo quedan dos paquetes. Piensa qué tan ortodoxo sería comerse lo que queda de las galletas de Yoongi. Quizá no es tan correcto. Pero sería más incorrecto dejarse morir en una casa ajena. Pobre de la tía Hyejin, tendría que limpiar las tripas de Hoseok esparcidas en el suelo. Sí, dejar a Yoongi sin galletas sería mejor.

Está sirviéndose un vaso de leche cuando escucha la puerta abrirse. Las risas escandalosas de su madre y de la tía Hyejin resuenan inmediatamente en toda la casa. Ambas entran en la cocina impecablemente arregladas. Es ahí cuando Hoseok se siente auto consciente y se da cuenta de que aún tiene puesta la pijama y sus ojos siguen hinchados por las horas de sueño. Cuando lo ven, la tía Hyejin se queda paralizada, como si fuera un ladrón atrapado con las manos en la masa. Hoseok se siente como uno con la mirada escrutadora de su tía.

- Hola, bebé -dice su madre.

- ¿Buenos días? -responde Hoseok, tan inseguro que sale más como una pregunta que como un saludo.

- Buenos días, Hoseok -dice por fin su tia. Lo mira a él, después mira el paquete vacío de galletas que está en la mesa y finalmente el paquete a medio comer que está en su mano.

- Tenía hambre -explica antes de que se lo pregunten.

- Está bien, cielo, no te preocupes. Es sólo que normalmente Yoongi se pone como loco cuando alguien come de sus galletas -eso le cala hondo a Hoseok porque él no sólo comió de las galletas de Yoongi, sino que se comió las galletas de Yoongi. Un puchero se forma involuntariamente en sus labios.

- Pero él me dijo que comiera -reprocha. Hyejin suspira y deja salir una risita soplada.

- ¡Claro que te dijo! Tú eres su Hoseokie. Es por ti que éstas son sus favoritas.

La cara de Hoseok está tan caliente que debe ser un milagro el que su madre no se haya burlado de sus mejillas sonrojadas. Aún.

- Cuando te ibas siempre me pedía que le comprara estas galletas. Decía que le recordaba al olor de tu boca -Hoseok está tan muerto por dentro que no puede hacer ningún movimiento ni sonido.

Childhood BuddiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora