Childhood Buddies

06

Cuando Yoongi estaciona su auto afuera de la casa, Hoseok siente su estómago caer hasta el suelo; y cuando Yoongi apaga el motor, las erráticas palpitaciones de Hoseok se pueden escuchar más fácilmente.

Está nervioso, por supuesto, y Yoongi parece darse cuenta cuando le regala una sonrisa. Hoseok intenta sonreír también, pero lo único que hace su cara es una curiosa mueca.

Yoongi pone su mano sobre la de Hoseok, que está puesta incómodamente encima de sus piernas, y le da un ligero apretón antes de abrir la puerta y salir del auto.

La casa está completamente a oscuras porque, de hecho, es tarde y probablemente sus madres ya están durmiendo. Yoongi camina con paso decidido hasta la puerta y Hoseok va andando justo detrás de él. Las llaves dentro del bolsillo del pantalón de Yoongi tardan un poco en salir y la respiración de Hoseok se entrecorta más con cada sonido apenas perceptible que hace Yoongi al intentar abrir la puerta.

Cuando por fin entran a la casa, Hoseok se siente tan incómodo como la primera vez que puso un pie dentro de esta después diez años. Yoongi avanza con paso firme y determinado, pero Hoseok se queda parado a un lado de la puerta, viendo sus zapatos.

Justo antes de que Yoongi se meta en el pasillo que da hacia las habitaciones, se da cuenta de que Hoseok no lo está siguiendo. Se regresa caminando lentamente. Hoseok no sabe si es para no hacer ruido o para no asustarlo, pero lo agradece.

Yoongi llega hasta estar parado frente a él y, sin hablar, se le queda mirando. Hoseok se siente cada vez más incómodo y un calor desconocido se instala en sus mejillas a la vez que remueve sus pies en el piso.

―Vamos ―le dice Yoongi con una voz infinitamente amable y Hoseok traga saliva. Antes de que pueda hacer alguna otra reacción, Yoongi lo está tomando de la mano. Basta un pequeño tirón para que Hoseok empiece a caminar detrás de él.

Sus dedos están entrelazados y el sentimiento que eso transmite a Hoseok es inexplicablemente cálido. Hoseok se siente seguro, se siente cómodo. A pesar de todo el lío que hay en su mente y su cerebro gritándole en miles de formas distintas que lo que está dispuesto a hacer no es ético, el ruido que provoca la compañía de Yoongi es más grande y la emoción que los labios de Yoongi sobre los suyos le hicieron sentir es algo que no podrá olvidar tan fácilmente. Es algo que de hecho le gustaría desplegar más porque si Yoongi había podido hacer todo eso usando nada más que sus labios sobre él en sólo unos minutos que se esfumaron tan rápido como llegaron, entonces Hoseok quiere saber qué más es capaz de hacer. Necesita saber. Quiere embriagar a todos y cada uno de sus sentidos de Yoongi.

Por eso cuando al fin llegan a la habitación de Yoongi y cierran la puerta detrás de ellos, Hoseok se abalanza sobre Yoongi, sus labios ya han estado separados por mucho tiempo. El cómo Hoseok pudo sobrevivir toda su vida sin haberlos probado seguirá un misterio.

Yoongi corresponde al beso y Hoseok se siente bien por saber que puede provocar ese tipo de cosas en otras personas, y la manera en la que las manos de Yoongi se aferran a las caderas de Hoseok es una gran muestra de eso.

Aunque Yoongi está besando, algo se siente diferente. La tensión no es la misma que en el auto y Hoseok no sabe por qué. Pero Hoseok no desiste y sigue besándolo tan apasionadamente como sus inexpertos labios se lo permiten. De pronto Hoseok puede sentir las manos de Yoongi poner un poco más de presión sobre sus caderas. Cuando estaba a punto de festejar internamente por haber conseguido lo que quería, se da cuenta que en realidad lo que Yoongi está intentando hacer es empujarlo. Lo empuja tan lejos que ya es físicamente imposible para sus labios el mantener contacto.

― ¿Qué pasa? ―a voz de Hoseok sale humillantemente aguda. Yoongi lo mira unos segundos antes de frotar su cara con sus manos.

― No, no, no. Esto no está bien ―Hoseok no quisiera admitir que se siente decepcionado, pero lo está. Yoongi da unos cuantos pasos hacia la cama para después regresar a su lugar original frente a Hoseok.