Ottanta sei

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Julio no pudo dormir bien anoche, se despertó a las seis de la mañana para ir al hospital. Pero, lo pensó bien. Antes tenía que llamar a Marcelo para decirle que Kenzie estaba en el hospital.

¿En serio quieres decirle, para que venga y te quite lo que quieres? ¿Quieres que se preocupe cuándo tú puedes hacerlo?

Todo eso le decía su conciencia. No le llamaría, no podía. Además, solo había dormido casi cuatro horas.
Se preparó un café y después de un largo rato, entró a darse una ducha caliente.

Al salir, se cambió y se puso unas zapatillas negras. Tenía que salir ya, cómo el Hospital San Diego no estaba tan lejos, corrió con todas sus fuerzas.
Hace mucho que no corría como lo estaba haciendo ahora; no paraba a pesar que le dolía la boca del estómago, respiraba pesadamente mientras se detenía poco a poco al llegar a las puertas del hospital.
Entró y muchas personas se encontraban sentadas; algunas caminando, había doctores, enfermeros... en fin, parecía más lleno de lo que estaba cuándo él estaba hospitalizado.

Odiaba los hospitales, buscó en la recepción de pacientes, en aquel estaba todo el papeleo de los ingresados y a los que les habían dado de alta.

-Este... señorita-llamó la atención de una chica al parecer interna del hospital, tal vez practicante-¿Dónde puedo encontrar a la paciente Kenziebeth de la Torre?-preguntó, pero se sintió tonto-Digo, la habitación-quiso sonreír para que no se burlen en su cara, o para que no lo echen. 

-¿Eres su familiar?-preguntó agarrando un fichero azul que estaba a su costado, mientras pasaba las hojas, Julio se tensaba más. 

-Sí, este... soy su primo-respondió, tenía que verla. Saber lo que le había ocurrido, al menos eso; aunque conociéndolo no pararía hasta poder decirle que en serio la quería, a pesar de que todo este tiempo se comportó cómo un idiota al rechazar su ayuda. 

-Bien, la encontré.-dijo la señorita señalando algo en una hoja-Cuidados intensivos, habitación 21 en el segundo piso. 

-Gracias.-contestó. 

¿Cuidados intensivos? ¿Estaba tan mal para estar allí? Rayos Kenzie, espero que estés bien

 Fue directamente a la puerta y tocó el pomo, pero un enfermero le denegó la entrada. 

Se sentó en unas sillas en fila que siempre hay en el hospital, sin darse cuenta de que estaba frente a la madre de Kenzie. Se acercó y vio que tenía los ojos rojos, aunque no estaba llorando. Estaba con la mirada perdida, tenía ojeras y el poco maquillaje que llevaba estaba corrido. 

-Señora-le llamó. No hizo caso alguno, seguía mirando el suelo perdida.

No contestó nada hasta el tercer llamado. Julio la comprendía, era su hija quién estaba allí dentro, de hecho que le dolía no poder verla. 

-¿Eh? ¿Y tú quién eres?-le preguntó en un susurro. 

-Julio Dawson-contestó. Había dicho su nombre muchas veces en las últimas 16 horas. 

-¿El amigo de mi hija? Eres su compañero de clases-musitó y él asintió en silencio. 

-¿Qué le pasa a Kenzie? ¿Estará bien?  ¿Cuándo la podré ver?-la llenaba de preguntas. 

La madre de Kenzie tardó en contestar. 

-Ni yo tengo permitido verle, ni siquiera puedo decirte nada-respondió-Y soy su madre-no lloraba, sólo quería hacerlo.-Kenzie está... 

Cartas al pelinegro [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora