Ottanta sette

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[...]
Oía perfectamente las voces de las personas alrededor; también el sonido de botas acercándose rápidamente a mi. ¿Por qué no podía levantarme?
Me duele la pierna y mi espalda; me siento débil, cada parte de mí pesa. Creo que por distraerme me han atropellado.

No puedo ni abrir los ojos, pienso que me dolerá si lo hago.

"ESTA MUERTA, ESTA MUERTA"

Dijeron por allí. Me asusté, pero, si yo estaba aquí pensando y sentía el celular en la mano.
Había un líquido que me subía por la garganta y lo escupí sin pensar.

"NO, la chica respira"

Oí que decía el de las botas que estaba tomándome el pulso.

《¡Estoy bien, tanto escándalo hacen, sólo ayúdenme a parame e irme de aquí! 》

Grité pero, nadie parecía haberme escuchado.

-¡Que hacen allí parados, llamen a una ambulancia!-Pidió el hombre y una señora le hizo caso, al menos eso escuché.

-¿Aló? Por favor una ambulancia para la Av. Próceres, cuadra 4. Apúrense, una chica fue atropellada.

-Se llama Kenzie-dijo el hombre de botas cuándo miró la pantalla del celular.

"SÍ, ME LLAMO KENZIE. PERO, DEJE DE REVISAR MI CELULAR"

Quise decirle eso, no obstante, ninguna palabra salió de mi boca.
Al abrir los ojos, vi todo blanco. Rayos, otra vez mi vista me fallaba. Aún seguía oyendo lo que ocurría y pude percibir que la ambulancia llegaba.

-Súbanla-fue lo único que escuché cuándo todo se volvió negro.

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Y esta pequeña parte de mi se llama felicidad.
Ah, estoy enferma. No puedo creer que falte tan poco para Navidad y para terminar CAP.

Cartas al pelinegro [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora