Julio se sentía mal por todo lo que le sucedía en aquel instante, estaba cansado. Seguía caminando hasta llegar a una plaza, eran casi la una de la madrugada y él estaba buscando a la chica que le escribía notas. No había cenado, no le dolía nada ni le quemaba el estómago, ya que estaba acostumbrado. Pero, esta vez quiso comer. Al no ver lugar dónde comer se sentó en una de las bancas, estaba oscuro y el lugar sólo se iluminaba con dos faroles.
Suspiró agotado.
Se paró de nuevo y recorrió una cuadra más y vio una cafetería abierta.Se le hacía conocida, esta estaba abierta las veinticuatro horas y eso le hizo sentir feliz.
Tomo asiento en una de las mesitas junto al vidrio frío por la noche, y suspiró; eso hizo que se empañara un poco.
Hace mucho que no se sentaba en esa mesa.-Tengo una idea-dijo Kenzie emocionada
-¿De la Torre teniendo ideas? Ja-Julio se mostraba burlón y pícaro con la chiquilla de 12 años.
-Calla, Dawson. ¿Qué idea tienes, Beth?-le preguntó Marcelo.-Estamos aburridos.
Era después de catequesis de comunión, eran las seis de la tarde y las clases se acortaron por una reunión de padres de familia.
Estaban tan aburridos y hambrientos que no podían pensar.-Vamos a la cafetería de aquí cerca, está abierta twenty four/ seven. Y, tiene karaoke y todo... es cool.-dijo emocionada. Russell sonreía mirando como los ojos de Kenzie chispeaban de felicidad.
-No sé, no me convence-Cuándo Julio dijo eso, Marcelo le golpeó. Viró los ojos y cambió de parecer-Bueno, ¿Hay postres?-preguntó.
-Claro, Julio. Vayamos, será divertido. Al menos es mejor que estar en la plazita sin hacer nada-sonrieron y se fueron.
Marcelo escogió la mesa. Cuándo le preguntaron porqué, dijo porque le gustaba ver lo que ocurría afuera, mientras estaba dentro; le gustaba observar todo aquello cómo si lo cobociera de siempre. Julio jamás lo entendió. No le gustaba que lo miraran, es más, se alejaba. Del grupo, Marcelo era el más sociable, pero solo un poquitito.
La pasaron bien ese día; fue divertido cantar, para ellos todo sería bueno si estaban juntos. Iban casi siempre, Dawson se había olvidado del lugar, ya que, no entra en el desde que Marcelo se fue. Y cortó su conexión con el mundo; como era de esperarse.
Dawson recordó todo aquello y sonrió. Entró allí por una corazonada, tal vez porque pensaba que Kenzie podría estar allí. Pero se equivocó, y ya estaba acostumbrado a hacerlo.
Pidió café y un pastel. Deseó que todo fuera como antes; dónde era feliz, a pesar de que su enfermedad se acrecentaba más.
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Cartas al pelinegro [#1]
Historia Corta❝Dawson, ¿son nuevos lentes? te quedan bien, pelinegro❞ Ella escribe cartas cada día, recordando a su pelinegro o describiendo su día, él siempre está presente en sus cartas, porque son para él. Historia de mi autoría. Cualquier copia y adaptación...