4. Daniel

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A la mañana siguiente, abrimos los ojos casi a la vez. Ella estaba despeinada, pero mostraba lo satisfecha que estaba, casi la podía escuchar ronronear y yo, bueno, yo estaba más que satisfecho.

Estaba en el puto cielo.

—Hola a ti —me dijo con voz ronca y sonreí.

—Hola a ti, también —le respondí tontamente con una sonrisa y cuando quise besarle ella se escabulló desnuda hacia lo que vi era su baño, riendo cerró la puerta.

Me estiré en la cama con un gato perezoso, Anais no había cambiado en ese sentido, ella nunca había dejado que le diera un beso en las mañana sin antes no ir a lavarse primero, otra cosa que Daniel nunca hacía. A él le gustaba despertarme con una mamada y luego nos besábamos hasta terminar haciendo el amor.

Con una maldición, me levanté molesto por volver a recordarlo.

Desnudo me paré frente a la ventana y solo moví un poco la cortina, no quería que nadie me viera en bolas, pero necesitaba distraer la mente.

« ¿Por qué diablos estaba pensando nuevamente en él?» me recriminé.

No podía entenderlo y a la vez sí. El ir a ese parque y encontrarme con los recuerdo que intenté olvidar, me estaba cobrando factura.

"Estaba caminando alrededor de la pileta en el parque central cuando de pronto una voz algo ronca me dijo:

—Vas a hacerle un hoyo al piso.

Me detuve y vi que sentado frente a mí, en la pileta, estaba un chico de cabello castaño y un poco largo, llevaba un pantalón jean y una camiseta que decía "Soy tuyo si dices mi nombre". No pude evitar sonreír por la curiosa frase, el chico me dio una amplia sonrisa en respuesta y me hizo una seña para que me sentara a su lado, mi sonrisa decayó, no lo pude evitar. Miré a todos lados y exhalé impaciente, no quería compañía, Anais esa misma mañana había tomado un avión y se había ido sin mirar atrás.

El muchacho volvió a hacer el gesto de golpear a su lado con un poco más de fuerza intentando insistir para que le hiciera caso, rendido me senté.

Por un largo momento, nos quedamos en silencio solo disfrutando de la compañía del otro. Era extraño, me sentí en calma y curiosamente mi mente estaba empezando a despejarse.

—A veces, pienso que estar solo no siempre es lo ideal —me dijo de pronto y yo lo quedé mirando. Él tenía la vista perdida y en su mirada había un anhelo y pena que no pude comprender—. A veces solo se necesita la compañía de alguien especial para sentirnos salvados.

En ese momento, no le comprendí muy bien, pero había un halo de misterio en ese muchacho que me envolvía. Era un hermoso chico, no tendría más de veinticuatro y parecía que el mundo pendía de sus hombros.

—Así es, no siempre es ideal estar solo —coincidí y nuevamente nos quedamos en silencio por un rato más hasta que él sin mirarme volvió a hablar.

—Entonces hagamos algo al respecto —su voz era un susurro, pero lo escuché claramente, había algo en su voz que no podía reconocer.

— ¿Soy Carson y tú? —le pregunté extendiendo la mano, él me la tomó.

—Si te digo mi nombre tendré que ser tuyo —me respondió sonriente mirándome a los ojos con un extraño brillo que me fascinó.

Después de casi una hora de larga conversación sobre la vida y el destino, por fin me dijo su nombre, Daniel, yo lo repetí y desde ese entonces estuvimos juntos, juntos solo hasta hace tres meses atrás."

Tuyo por siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora