"Insensible". Capítulo 2.

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2.

 

 

- Ok, Luisa, no te preocupes- le dije a una de las más reconocidas autoras que Federico, mi jefe, representaba-, en cuanto tenga el itinerario completo te lo envió por e-mail.

Luisa Sácor era una muy respetada historiadora, una de las mujeres más inteligentes que seguro tendría oportunidad de conocer en mi vida. Sus novelas históricas se vendían alrededor de todo el mundo y estaban traducidas a más de treinta idiomas. El itinerario del cual hablábamos era el de su próxima gira, a raíz de la salida de su nuevo libro en varias capitales europeas.

- A propósito, logramos arreglar todas las fechas para que estés de regreso aquí para tu aniversario de boda-. Luisa y su esposo cumplirían treinta años de casados en dos meses y lo festejarían a lo grande en una fiesta a la cual estaba invitada-. Dispondrás de suficientes días, antes del evento, para descansar un poco y ultimar detalles.

Luisa me agradeció por eso. La verdad es que me había vuelto loca y había vuelto locos a los organizadores de los eventos a los que Luisa concurriría, para lograr tenerla de regreso en el país una semana antes de lo previsto, una semana antes de la fecha de la fiesta. Aquello sería un rally un tanto desenfrenado pero yo (y ella también) consideraba que bien valía la pena, la locura de ese par de semanas con tal de que tuviese tiempo para ocuparse de la fiesta que tanto su marido, cuanto ella (y también el resto de su familia y amigos) esperaban con ansia.

- Ante cualquier duda, llámame, si hay algo que no te parezca bien, todavía podemos arreglarlo.

- Seguro que todo será perfecto como siempre- me elogió Luisa-. Federico se saco la lotería contigo. Tu jefe tuvo suerte, antes se volvía loco con todo el trabajo.

Federico continuaba volviéndose loco con el trabajo, en realidad, los dos trabajábamos muchísimo para mantener felices y contentos a nuestros representados, los cuales eran los más importantes de la agencia.

- Por cierto, cómo va tu libro.

Luisa era una de las pocas personas del trabajo a las que yo tuteaba, había suficiente confianza entre nosotras pese a que ella era toda una dama, una Señora y tenía la edad suficiente para ser mi madre o quizá incluso, un poco más.

Ella sabía de mis escritos, de mis ganas de convertirme en escritora.

- Bien, despacio pero bien. Hay mucho trabajo por aquí.

- Bueno, sabes que cuando quieras, puedes enviarme algo para que lo lea.

- Sí, gracias, Luisa-. La mera idea de que una escritora tan buena y famosa posase sus ojos sobre mis pequeñas palabras, me producía ataques de vergüenza y de miedo, temía que me dijese que aquello no era más que basura inútil-. Prometo que a más tardar en media hora, te envió el itinerario completo.

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