"Insensible" capítulo 23

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23.

 

Despegué los párpados, amanecía lentamente y la claridad que entraba por las ventanas, aún era algo fría y gris. Nueva York comenzaba a desperezarse. Sentí frío, algo faltaba a mi lado. Aparte de mí, el sillón estaba vacío.

Sobrevino el miedo; miedo a que se hubiese arrepentido de las cosas que dijo, de ser a mi lado, quien hasta ahora, no se había permitido ser.

Enojada conmigo misma, comprendí que no podía continuar viviendo así, esperando que a cada minuto, me dejase.

Me refregué la cara y me alcé sobre el sillón. Miré a mi alrededor, ni señales de él.

Lo llamé y no contestó y como temí, que por estar todavía algo dormida, mi voz no hubiese sonado lo suficientemente alta y clara para que me oyese a través de las distancias de este monstruoso departamento, volví a pronunciar su nombre. Nada.

El frío persistía, de modo que me puse de pie, tomé la manta, me arrebujé dentro de ella y salí en su búsqueda.

No me tomó mucho tiempo encontrarlo, estaba abajo, en la cocina, mirando hacia la ventana con una taza de té, por detrás de sí, sobre la mesa. La cocina olía a café y a pan tostado.

- …era eso- le escuché decir-. Lo lamento. De verdad sé que no debí irme así.

Entendí que hablaba por teléfono. Me detuve donde estaba, no es que quisiese husmear donde no me correspondía, tampoco quería interrumpirlo. La curiosidad fue más fuerte.

- Perdón, papá- entonó un momento después y luego calló, escuchando lo que le respondían desde el otro lado de la línea.

Rió, no fue una carcajada divertida, sino más bien, una mansa expresión de alegría.

- Sí, lo es- respondió y luego de un momento, añadió-. Intento hacer las cosas bien es que…mi vida ya no es lo que era y son demasiados cambios-. Enmudeció otra vez-. Lo sé, lo sé. No, no es mi intención lastimarla, ella es…- un largo suspiro-. Seguro que volverás a verla, no tengo intenciones de permitir que se aleje de mí- rió otra vez y me pareció escuchar que por la línea se filtraba otra risa-. Tengo que regresar a Buenos Aires pero prometo que nos veremos pronto. Otra vez, papá, lo siento mucho, llevo años actuando como un desgraciado y…- obviamente no le permitieron seguir-. Bien, culpa de los dos.

Di un paso al frente y luego otro más, él escuchaba lo que su padre le decía.

- Gracias.

Di un paso más y entonces él se percató de mi presencia. Giró la cabeza, sonreía. Su rostro era otro, lleno de luz. Sus ojos ya no irradiaban ese frío helado que caracterizaba al Gran Félix Meden, en ellos fluía la calidez de calmas y tibias aguas, iguales a las que se ven en las fotografías de esas paradisíacas playas del Caribe. Le sonreí de vuelta.

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⏰ Última actualización: Nov 09, 2014 ⏰

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