Capitulo 10

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Suaves vientos de invierno...


La recuperación de Donghae había sido un completo éxito bajo los cuidados de Ah Ri. Ella se había dedicado a cuidarlo y junto a su pequeña le entregaban una maravillosa compañía. Danbi pasaba tiempo con Donghae, estaba pendiente cuando su madre cambiaba sus vendas y que su padre tomara los amargos tés que le servían para su recuperación.

Ese atardecer en particular, Donghae daba un paseo por los jardines del palacio. Era un día soleado aun después de varios días fríos de invierno. Había recibido gran cantidad de cartas de parte de Chae-Woon pidiendo una visita pero no las había respondido. Al contrario, había enviado dinero suficiente para que Chae-Woon viviera en la casa Gisaeng por al menos dos años de manera respetable, pero ella le había enviado más cartas diciendo que lo necesitaba a él, pero Donghae había tomado la decisión de no verla más, de recuperarse para luchar por la mujer que amaba.

Sabía que no podía seguir sin ver a Chae-Woon y hablar directamente con ella, pero no quería ir a verla hasta no hablar con Ah Ri primero. Había sabido por rumores que Chae-Woon había ido al palacio y hablado con Ah Ri y que esta le prohibió la entrada al palacio, ya era el momento de hablar con su esposa de una buena vez.

Y fue entonces cuando la encontró caminando por los senderos de la parte posterior del palacio. Se encontraba en la compañía de su dama.

-Buenas tardes mi señora.
-Mi señor- saludó Ah Ri- No debería tomar este aire frío.
-Estoy recuperado mi señora, no siento tal dolor que me prive de disfrutar una tarde como esta. Mejor digo que usted no debería estar aquí con solo la compañía de Mi-Hi.
-Estoy segura a su lado mi señor- contestó y él levanto el rostro.
-¿Te sientes segura a mi lado?- preguntó sorprendido.
- ¿debo temerte?- dijo ella, discutiendo su propia cuestión.
- Llevas temiéndome mucho tiempo.
- Y tu llevas cuidándome mucho tiempo también- le aseguró tomando su mano. –Mi-Hi, puedes retirarte.
Mi-Hi obedeció enseguida y Ah Ri empezó a caminar con Donghae por el hermoso sendero del palacio. Se detuvieron a la sombra de un árbol Donghae mirándola a los ojos de manera cálida y a la vez atormentada.
-No te cuide como quería o como debí hacerlo, si yo no hubiera...- dijo agachando la cabeza, Ah Ri no comprendía a que se refería hasta que continuó - ...Si yo no hubiera bebido, si el maldito alcohol no me hubiera embrutecido, podría estar seguro de lo que pasaba, de si soy o no el culpable. Sé que no le haría nunca tal daño a una mujer, te lo juro- suplicó dejándole ver que estaba llorando, sostuvo ambas manos entre las suyas y prosiguió- Solo quiero amarte y que me ames.
-Sé que te he culpado de todo mi sufrir por todos estos años, pero...- Donghae le interrumpió.
-Shhh, no me trates de hacer sentir bien, conozco mis culpas.
- Yo también las conozco... pero quiero decir que... Que también quiero que me dejes amarte.
Ah Ri rodeó con sus manos el cuello de Donghae y lo atrajo a ella presionando sus labios, al principio Donghae se dejó llevar por ella, pero luego su beso se tornó más apasionado. Las lágrimas de Donghae se mezclaron con las de Ah Ri, las manos de Donghae tomaron su cintura para luego seguir besándose...
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Donghae

Sus besos me supieron salados, mis lágrimas y las suyas tornaba nuestro beso como una señal de algo más, de algo más entre nosotros dos. Este momento había sido el que siempre deseé a su lado, fue algo inesperado pero aun así fue más perfecto que lo que siempre anhelé, sentí sus manos aferrarse a mis hombros y yo hice lo mismo con su espalda aunque con más delicadeza, no quería herirla.

Nos soltamos jadeantes, con ese beso Ah Ri me decía "te necesito, te quiero, soy tuya, no me dejes." Y yo esperé transmitirle lo mismo. No podía negar como me había excitado, pero no era momento, ni el lugar para tomarla entre mis brazos, esta zona era custodiada y sabía bien que estábamos brindando un espectáculo y que antes de que regresáramos al palacio todos sabrían lo que habían visto aquellos soldados

Además de todo sería nuestra primera vez juntos y no quería que fuese en aquel lugar, tenía que ser especial para ella, para ambos. Algo decente, algo que borrara las sombras del pasado. Limpie de su rostro, las lágrimas y fue entonces, cuando me miró que lo hizo como aquella noche... Con coquetería, con picardía, hermosos ojos ahora vivaces y sensuales, una mirada que solo ha sido mía.

La tomé de la mano y decidí que debíamos dejar de besarnos en debajo de aquel árbol, caminamos un poco y noté que le costaba caminar por las condiciones del suelo lleno de agua y como en sus labios se dibujaba un precioso puchero y un ceño fruncido de la concentración que le tomaba caminar con aquellos pequeños zapatos sin caerse.

Verla de esa manera me hizo sonreír, era como si hubiese vuelto a ser una niña, a tener la edad de cuando la conocí y fue entonces que noté como en un momento había pasado de ser la famosa princesa que era alegre y llena de vida a la joven madre llena de silencios y callada. Me sonrojé cuando levantó el rostro y me descubrió mirarla, era tan bella; su cabello negro que se encontraba completamente recogido en una larga trenza decorada con pequeños adornos de flores invernales. Sus labios rojos a causa del beso que resaltaba en su piel clara y pálida y esos ojos, ojos tan oscuros pero que ahora en tal cercanía los notaba con algunas notas de color de las avellanas. Mi lívido se encendió nuevamente. Volvió a hacer un puchero y deseé volver a besar sus labios

-Mi señora, no está bien que provoque así a un hombre, menos a un pobre erudito como yo haciendo esos adorables pucheros.
-Mi señor en ningún momento busque provocarlo, si usted no quiere que lo haga debería llevarme en brazos para evitar que caiga.

Vaya que estaba jugando conmigo y para colmo me gustaba, aceptaba gustoso ser parte de su juego, era como si me demostrara su confianza. Me acerqué a ella y con cuidado pase mis manos por debajo de sus piernas mientras ella echaba sus brazos a mi cuello y la levanté para después comenzar a caminar con pasos lentos. Ella coqueta me decía que no pensaba que tan fuerte era para poder llevarla en mis brazos me obsequió un segundo beso, seguí el sendero deseando llegar a sus aposentos y descubrir al fin lo que debajo de esas hermosas telas cubría, pero no tenía felicidad completa, a la entrada del palacio un mensajero me esperaba.

Noté que Ah Ri se apenó un poco, pues aun la llevaba en brazos, cosa anormal en mi matrimonio, para informarme que el rey me solicitaba en audiencia para la rendición de las cuentas de los impuestos de la ciudad capital. Había olvidado por completo aquello y con tristeza me despedí de Ah Ri diciéndole que iría a sus aposentos en la noche y que estaba deseoso de probar su té.

Ella se sonrojó de manera efusiva pero no agregó nada.

Ya era de noche cuando salí del palacio real y me encaminé hacia el palacio de An-Gae. Estaba nevando fuertemente así que me cubrí lo suficiente para soportar el viaje a lomo de caballo sin enfermarme. Ya veía el palacio a lo lejos cuando vi a una mujer salir de un carruaje y era Chae-Woon.

-¿Qué es lo que quieres?- le pregunté de manera tajante. Mi mente entro en una confrontación una parte me decía que Chae-Woon era una buena mujer y que después de tanto tiempo no merecía mi maltrato, pero la otra me decía que debía recuperar a Ah Ri y no sucumbir a los encantos de la mujer que se atrevió a confrontar a mi esposa.
-Mi señor- dijo ella de manera dócil y sumisa- Quisiera que fuese esta noche a mis aposentos en la casa Gisaeng, por favor, permítame que en mi compañía pueda escuchar porque de su abandono, que hice para molestarlo de tal forma. Solo quería decirle que lo espero hoy, quiero que sepa que soy tan suya como siempre. – dijo y dio la orden para partir. Sabía a qué jugaba, se mostraba dócil cuando yo la conocía perfectamente y esa mascara la había empleado muchas veces en el pasado. El destino me estaba haciendo decidir si seguía a Chae-Woon o me encaminaba hacia el palacio, pero también era completamente consiente que el sentimiento por Chae-Woon había sido muy intenso en su momento pero actualmente ya no lo era, se había disipado y realmente ya no buscaría reavivarlo, no cuando la mujer que necesitaba a mi lado me estaba dando la oportunidad de formar una familia... Mi familia.

Ámame - Lee DonghaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora