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—¿Qué tienen de especial los fuegos artificiales? —Preguntó Miza a Hinami mientras caminaban juntas por el pasillo—, son ruidosos, efímeros y creo que no vale la pena quedarse parado, congelándose, en un solo lugar nada más para mirarlos. Además, como es un hecho que la mayoría de la gente va a ver, es claro que estará repleto de Palomas.

Hinami bajó un poco la mirada.

—Pero son hermosos —trató de convencerla de que valdría la pena ir a presenciarlos en todo su esplendor—. Sí, son efímeros pero creo que eso es lo que les da ese encanto especial —dijo tratando de no perder las esperanzas para verlos—. ¿No lo crees?

—No me gustan —concluyó Miza sin dar su brazo a torcer—. Olvídate de eso Hinami-chan, por tu bien es mejor que ni siquiera pienses en verlos desde lejos. Las Palomas están muy ansiosas por cazar ghouls que deseen presenciar espectáculos sólo para humanos. No creo que sea buena idea que vayas a exponerte por algo así.

Y con eso Kusakari Miza se retiró dejando a Hinami pensativa.

Todo lo que le había dicho Miza era verdad, Hinami sabía que el sitio estaría infestado de Investigadores Ghoul, pero aun así ansiaba poder presenciar ese hecho tan bello que cada año esperaba junto a sus padres (o eso en un pasado ya lejano). Cuando ellos aún vivían en armonía y solían fingir ser una familia normal humana. Recordaba a su padre alzándola para que no se perdiese de nada y a su madre riendo feliz junto a ellos; encima de sus poderosos hombros, Hinami sentía ver el mundo tan pequeño y las luces tan grandes que una emoción ya casi olvidada le llenaba el corazón de esperanzas.

Y ahora no deseaba nada más ahora mismo que poder presenciar de nuevo esas impresionantes chispas de luz sobre ella nuevamente preguntándose quién más las vería desde lejos después del tiempo desde el ataque a Anteiku hace un año y medio.

¿Las verían sus antiguos amigos de Anteiku? ¿Las vería Touka-nee san? ¿Y Kaneki-nii san?

Ella las vería por todos ellos y con cada luz de fantasiosos colores que se presenciase sobre el cielo, Hinami trataría de rememorar promesas sobre ser fuerte y no ser nuevamente un estorbo para ellos. Alzaría la cabeza con orgullo y prometería verlos algún día como una mujer hecha y derecha que daría esta vez el todo por el todo con tal de protegerlos aunque la vida se le fuese en ello.

Sí, eso haría.

Por eso quiso ir con Miza, para tener al menos un respaldo sobre su salida del edificio de la organización y no ser acompañada por nadie que únicamente la vigilase, o al menos con quien se sintiese cómoda y aunque sea un poco en confianza.

Eto estaba fuera junto con Tatara, Naki estaba con sus subordinados escribiendo cartas para Yamori (para el cielo), Hinami aún no ha tenido el valor suficiente para decirle al pobre ghoul que Ayato le había jugado una broma cuando éste le mencionó la posibilidad de que las cartas al buzón podrían hacer entregas al cielo y dejase de ese modo de mandar cartas que todos sabían, Yamori nunca recibiría.

Un momento... ¡es cierto!

Hinami corrió hasta el último piso, el jardín del edificio cubierto de vidrio, esperando encontrarse con la última persona a la que le habría pedido un favor así. Y ahí estaba, sentado dándole la espalda.

—¡Ayato! —Exclamó recuperando el aliento.

Sentado frente a una mesa con un vaso de agua, el joven ghoul de melena larga hasta los hombros y mirada seria se giró hacia ella.

—¿Qué quieres? —Preguntó con una seriedad bastante común en él.

—Ehm... yo... me preguntaba si... —el chico alzó una ceja. Algo en su estómago dio un retortijón—. Si podría ir a ver los fuegos artificiales de esta noche... yo sola... sí.

—¿Hoy?

—Sí, por... bueno, hoy es ocho de agosto y...

Ayato tomó lo que le quedaba de agua y se levantó mirándola desde abajo. Siendo él sólo un poco más alto que ella, Hinami seguía reprendiéndose por sentirse tan pequeña cuando lo veía desde abajo.

—¿Sabes que son precisamente en estos días cuando las Palomas están muy activas, verdad? —Hinami mentiría si dijese que no se esperaba la pregunta.

—Sí —musitó desviando sus ojos.

—¿Y también sabes que si te atrapan con vida tu destino será una breve estadía en Cochlea antes de ser ejecutada? —Hinami asintió—, eso sin contar que perteneces al Aogiri y por ende harán lo que sea para sacarte información sobre todos y cada uno de nosotros. ¿Sabiendo todo eso quieres ir a ver unos estúpidos fuegos artificiales?

El último ápice de ánimo que Hinami conservaba desde su charla con Miza hizo poof y se desvaneció en la oscuridad de su realidad. Ayato tenía razón, en todo; agregando que Hinami aún era demasiado débil para siquiera pensar en enfrentarse a un pequeño grupo de Palomas y ni qué decir de una gran cantidad dispuesta a pulverizarla debido a que era la principal sospechosa de haber asesinado a un respetable Investigador Ghoul. El anciano que había usado a sus padres como armas y fue derrotado por Touka y ella misma hace ya mucho tiempo.

Estaba en la Lista Negra de la CCG y ella quería ir a ver unos fuegos artificiales.

¿En qué demonios estabas pensando?

¿Pretendes actuar como si fueses humana?

¿Y qué tal si alguien te invita algo de comer y lo vomitas todo relevando tu identidad como ghoul? ¡¿O si alguien te reconoce?!

¿Qué harás entonces?

¿Rendirte o simplemente dejar que te maten?

Estúpida.

Miza y Ayato tenían razón. Era una idiotez.

—Sí, tienes razón. Lo siento.

Dando una pequeña reverencia con su cabeza, Hinami se marchó hasta su habitación arrastrando los pies. Mientras que Ayato la seguía con la mirada.

Una punzada que comenzó a ser muy normal desde que ella llegó, atacó el pecho de Ayato.

¿Acaso sería tan malo...? 

𝓛𝓾𝓬𝓮𝓼 𝓭𝓮𝓵 𝓒𝓲𝓮𝓵𝓸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora